Néstor fue ídolo en Independiente de Avellaneda y campeón del mundo con la Selección Argentina en México 1986. Nos aprestábamos a dialogar del «otro lado» de este hombre de fútbol y pasó algo inesperado.
«Profe me puedo sacar una selfie con usted», le dijo un hincha que ingresó al café y solo para tomarse la foto. Cuando el «negro» le preguntó hincha de que equipo era, «de Independiente», le respondió y eso emocionó al técnico. Ese encuentro cambió mi óptica y concepto del exseleccionado argentino, el campeón de la Libertadores, Intercontinental y la Supersudamericana con los «diablos rojos» de Independiente de Avellaneda.
Debo confesar que conocí «al otro» Clausen. Cuando el hincha le habló brevemente de Independiente, se sintió en él una emoción, y está convencido que seguidores de los «diablos rojos» hay regados en todos los países del mundo.
—¿De dónde es usted profesor?
Soy de Villada, es un pueblito muy chiquito de Santa Fe. Allí de pequeño comencé a patear, me gustaba mucho y mi sueño era ser profesional y se dio. Creo que llegué lejos, muy lejos.
—De Racing de su pueblo natal, Villada, pasó a Independiente gracias a un hincha que lo llevó a probarse. Tenía 16 años y se fue a vivir en la pensión del club. —Era muy apegado a mi familia, así que separarme de ellos fue duro, muy duro.
Mis viejos lloraban mucho. Néstor Rolando Clausen, es su nombre completo. El 29 de septiembre cumplió 57 años. Decidió quedarse en el país porque ama Bolivia y además hace cinco años se convirtió otra vez en papá.
—Ser papá es experimentar antiguas sensaciones, tengo más tiempo en casa, colaboro en la cocina, y disfruto el rol de padre.
—Esa fue una las razones por las que dejó a San José y Oruro?
Y es que extrañaba mucho a mi esposa y a mi hijo. Terminó el torneo y les dije me voy. No, no hubo ningún otro problema, y no faltaron quienes dijeron que me venía con todo arreglado con Oriente.
EN BECCAFE.
Compartiendo un café habló de todo, del fútbol, la radio, la selección, su familia y su hijo. Está listo para volver cualquier rato al fútbol profesional.
—¿Por qué dejó el fútbol?
Mi carrera la terminé en Arsenal que estaba a siete cuadras de mi casa. Recuerdo que el último partido fue en mayo del ´98, cuando Arsenal estaba en la B. Un día me levanté y dije basta. Soy de carácter. No permito que me insulten, pasó que en 2002 aguanté lo que más pude en Arsenal hasta que un día me vine a Oriente Petrolero.
—¿Y cómo le fue en Oriente?
Bien, estuve nueve meses, salimos subcampeón y pegué la vuelta porque tenía una deuda ahí. Poco después desde La Paz me llama The Strongest, que ha-cía diez años que no salían campeones y nosotros tuvimos la suerte de salir bicampeones en 2003. —Estuvo vinculado al equipo atigrado una temporada, pero volvió en 2010 para ponerse al frente de Bolívar y al siguiente año dirigir otra vez a The Strongest.
—¿Y por qué no siguió en el Tigre?
De mi salida del Tigre no quiero recordar, la dirigencia me falló y se portaron mal conmigo. Pacheco, Asbún y Bustillos se portaron mal conmigo. Yo no estoy para pelear con nadie, así que agarro mis cosas y me voy. Así procedo donde voy, pues yo voy a trabajar y sino me dejan prefiero dar un paso al costado. Yo soy así.
—Dirigió a los dos grandes de La Paz y ¿volvió a Santa Cruz?
Mi llegada a Blooming, en marzo de 2012, fue con suerte porque allí conocí a mi gran amor. Además, la academia me sedujo y hasta soy socio. Lo que pasa es que en Blooming me respetan y respetaron siempre. Nunca nadie me insulto y eso hizo que me convierta en hincha y socio.
—¿Y ese gran amor, profesor?
Bueno, ese año me enamoré de esta ciudad linda que es Santa Cruz, del club Blooming y de una mujer bella. Hubo algo en ella que me atrajo. Nueve meses después de asumir el mando del equipo celeste comencé una relación amorosa que desencadenó en un final feliz.
De esa unión presentía que algo bueno estaba por llegar a mi vida, así fue que nació Néstor Rodrigo, la razón de mi vida y mi gran pasión hoy.
El técnico argentino tiene mucha historia y no solo en los clubes profesionales de la Argentina, sino también en el seleccionado de su país y el exterior. El debutó en el 80 en Independiente y estuvo hasta los primeros días de julio del 89 y de ahí se marchó a Suiza hasta el 94 a jugar en Sión
—¿Cómo llegó a Suiza?
Tengo descendencia por mis abuelos que nacieron en Suiza y el apellido Clausen es muy común allá. Después del Mundial del ´86 me habían mandado muchas cartas, algunas en alemán otras en francés. Como no las entendía nunca le di importancia y así como llegaban las tiraba.
Tiempo después un día me llama por teléfono un español, me preguntó si había recibido cartas del club y si conocía a mi familia. Yo había escuchado a mi viejo y sabía que era originario de Suiza. Me preguntó si tenía interés en ir a jugar y les dije que si, aliste la maleta y me fui. Si, así de simple.
—¿Y con que se encontró llegando a ese país?
Con unos parientes muy lejanos. Fue muy raro, porque en el pueblo de donde era esa familia, Ernes, era un pueblo de cien habitantes arriba de la montaña, me hicieron una fiesta de recibimiento. Me adapte rápido y me hicieron mis papeles, o sea también tengo esa nacionalidad. Me fue muy bien, salimos campeones dos veces y se ganó la Copa Suiza, un campeonato que nunca se había ganado.
—¿Señor Clausen lo escuché hacer radio?
Me gusta la radio, voy a un programa del club Blooming. Pongo los paños fríos y oriento, siempre me pongo en el lugar del técnico y los jugadores. Hago que el hincha reflexione y ayude a su equipo. No peleo, no polemizo. Me gustaría estudiar periodismo.