A 70 años de la histórica caída de Brasil en su propio mundial
Está claro que, para Brasil, el fútbol pasa de ser solo un deporte hasta influenciar en varios aspectos de su vida diaria. Es tanta la influencia del deporte rey que puede afectar directamente a su PIB, moviendo $us 1,600 millones al año, pero también puede ser muy destructivo.
Esa es la historia de Moacir Barbosa Nascimento, portero paulista que fue elegido por el destino para tener un trágico papel durante el “Maracanazo”.
UNA CARRERA CASI PERFECTA
Moacir Barbosa debutó en el arco del Vasco da Gama en 1945, ganando rápidamente la titularidad y el cariño de su torcida. Era un portero de baja estatura (1,75 mts) pero de condiciones y reflejos felinos que le permitirían ganar todo con el ‘vascao’.
Durante los 5 años previos al mundial, Vasco ganó cuatro campeonatos nacionales y un campeonato Sudamericano (ahora Copa Libertadores). Además se convirtió en el primer portero de color en defender el pórtico de Brasil, logrando el Campeonato Sudamericano de 1949.
Con tremendos antecedentes para la época, la convocatoria de Moacyr para el Mundial de 1950 no sorprendería a nadie, pero la mayor prueba estaría por llegar.
LA COPA DE LA VIDA
Tuvieron que pasar 12 años para que la FIFA pueda organizar un mundial tras Francia 1938. La Segunda Guerra Mundial había suspendido todo evento deportivo y con el cese de hostilidades en 1945, el mundo pondría sus ojos en la Copa Mundial de Brasil.
Debido a las secuelas de la post guerra, muchos países se excusaron de la participación por lo que la organización tuvo que modificar el formato del torneo. Así, el mundial se jugó con dos grupos (A y B) de cuatro participantes, uno (C) de tres selecciones y otro (D) de solo dos.
Brasil clasificó como líder del grupo A tras dos victorias (México y Yugoslavia) y un sorpresivo empate ante Suiza. Mientras que Uruguay solamente enfrentó a Bolivia por el grupo D, clasificando con un 8-0.
La fase final incluiría a Suecia y España dentro de un cuadrangular todos contra todos donde España pondría el condimento al empatar 2-2 con Uruguay. Para la última fecha Brasil solo requería un empate ante Uruguay, casualmente los dos candidatos al título.
Tras inaugurar el marcador al minuto 47, Brasil no pudo aguantar los siguiente 20 minutos, permitiendo que Ghiggia y Schiaffino remonten el marcador.
Con el 1-2 en contra, los 200.000 asistentes al Maracaná protagonizaba un silencio colectivo que sumaba aún más nerviosismo a la escuadra canarinha. Con el pitazo final la todo poderosa Brasil caía en su copa mundial y consagraba campeón a Uruguay, la historia había sido escrita.
LA MANCHA QUE NUNCA PUDO BORRAR
La caída de Brasil desató una oleada de problemas en horas posteriores, desde altercados en afueras del estadio hasta suicidios por apuestas impagables. La gente no entendía como Brasil pudo haber perdido su propio mundial de esa manera y comenzó a buscar culpables. Como sucede muy a menudo en el fútbol, el primero en ser criticado fue Moacir, el portero que no pudo contener el remate de Ghiggia para el 1-2.
Ese sería el inicio de una mancha que nunca pudo borrar en su carrera pese a ganar tres títulos más a nivel local. Tras ganar ocho títulos en una década con Vasco da Gama, Moacir dejó la institución en 1955 y tras un paso sin oros por varios equipos se retiró en 1962.
Los años consecuentes a su retiro, Barbosa trabajó como funcionario público, pero pese a estar alejando del fútbol, nunca pudo borrar la mancha del Maracanazo. En 1963, los administrativos del Maracaná solicitar cambiar las porterías a manera de realizar una “limpia”, y regalaron el arco del 1-2 a Moacir.
El ascedió a Barbosa lo persiguió durante toda su vida, nunca importo todo lo bueno que hizo, la gente lo había marcado por un solo error.
FRASES DE UNA VIDA
En una ocasión, cuando Barbosa trabaja en un almacén, una mujer lo reconoció y regresó nuevamente con su hijo solo para decirle: “Hijo, él es el hombre que hizo llorar a 200 millones de brasileños”
En 1993, a casi 50 años de la tragedia del Maracaná, Moacyr haría una aparición pública para visitar a la “canarinha” antes del mundial. Luego de que Mario Lobo Zagallo, entonces DT de Brasil, le prohibiera el ingreso sosteniendo que “les traería mala suerte”, Barbosa dejaría la siguiente frase:
“En Brasil, la pena mayor por un crimen es de treinta años de cárcel. Hace 43 años que yo pago por un crimen que no cometí. Incluso cuando un criminal paga su deuda es perdonado. Pero yo nunca he sido perdonado.”Moacir Barbosa fallecería el 8 de abril del 2000 en la ruina económica y viviendo del apoyo de familiares y amigos. La prensa brasileña dio cobertura casi nula a su deceso.