Los ex presidentes Freddy Fernández y Wilson Martínez se enriquecieron a costa del club San José
y lo dejaron en terapia intensiva. Nunca hubo control económico en el equipo crédito de Oruro.
Por EDGAR TEJERINA Y REDACCIÓN CENTRAL
Cada fecha que pasa en el Único Torneo de la División Profesional, es una daga por la seguidilla de derrotas que sufre la plantilla joven del crédito orureño. Hasta el lunes 26 de julio se sumaron 11 derrotas en el torneo 2021. Y cada demanda que aparece de ex futbolistas ajusta más la cuerda que San José tiene en el cuello y lo asfixia mucho más.
Mientras se libra una guerra subterránea entre dirigentes y comité electoral, que está dispuesto a renunciar, cada vez se ve más lejana la solución al problema, fundamentalmente económico. Y cada semana se suma la quita de puntos, de tres en tres.
Lo que se parece estar cerca no solo es el fantasma del descenso, sino también la posi-bilidad de una declaratoria de quiebra. La falta de credibilidad hace que todo se ponga difícil.
El club San José pasa hoy por uno de sus momentos más críticos y difíciles a nivel institucional, económico y deportivo, y todo por la mala administración de los últimos presidentes, especialmente de dos, que dejaron a la institución en terapia intensiva.
Los números de la gestión de los titulares Freddy Fernández y Wilson Martínez, éste último hospedado en la cárcel de San Pedro en la ciudad de Oruro, no cuadran y hay cifras que no tienen respaldo y asustan.
En las dos últimas décadas no se conoció en la institución santa un balance económico auditado. Quienes tomaron a su turno la posta tenían la seguridad de recuperar lo invertido y lograr ganancias líquidas, que sí se dieron, pero nunca se dio un informe a la reducida masa societaria.
En los últimos 21 años, San José tuvo visiblemente dos gestiones muy desafortunadas, con una administración que manejó muchos recursos económicos por participación en torneos de la CONMEBOL, de cuyos recursos no rindieron los informes económicos.
Después de saquear el club, llegaron personas que buscaron salvar a la entidad, pero an-te la cadena de demandas legales la situación se hizo insostenible y el próximo paso apunta a su desaparición.
Ninguna autoridad se atrevió a poner el cascabel al gato, pese a las denuncias y pruebas que se mostraron. Todos desoyeron hasta que la deuda creció como una bola de nieve, que hoy está por aplastar a la institución.
PRIMERA MALA GESTIÓN
El presidente Freddy Fernández, con la llegada del Corinthians a Oruro en 2013, sacó grandes ventajas económicas personales. Vendió a una empresa brasileña la publicidad de la camiseta. En aquella ocasión, Fernández no tuvo problemas para quitar la publicidad antigua y llenar la camiseta con logos de la gigante em-presa brasileña de grifería ‘Joli’. Se conoce que se pagó por ello una fuerte suma.
Las camisetas confeccionadas en La Paz, llegaron sobre la hora, ya que debían pasar por una aprobación del equipo de marketing del club brasileño.
En 2015, a fin de que no se embarguen los re-cursos económicos -ya había deudas impositi-vas que se arrastraron desde la gestión de Florencio España-, Fernández entregó a un palo blanco, el peruano Fernando Timorán (conocido como el Negrito) el manejo de los partidos de la Copa Libertadores cuando llegó el argentino River Plate a Oruro.
Se eliminó la venta de abonos, ya que debía emitirse factura por la compra de los mismos. «Todo estaba fríamente calculado».
En el torneo doméstico, un grupo de revende-dores denunció una gigante impresión de en-tradas de cortesía y la duplicación de entradas que fue entregada por el hijo del presidente Fernández.
La acusación la confirmaron mujeres revendedoras tras un partido jugado con Bolívar de La Paz, en la sede de la avenida 6 de octubre de la ciudad de Pagador que reclamaban la devolución de las entradas no vendidas y que fue-ron pagadas previamente para su comercialización.
«No hemos vendido nosotros las entradas, a fin de evitar esto, entregamos la comercialización a una empresa», dijo Freddy Fernández al inte-rior de la sede del club a uno de nuestros periodistas.
Las mujeres en el exterior gritaban y mostraban los talonarios de entradas.
PERIODO DE MARTÍNEZ
Wilson Martínez hundió mucho más al cuadro orureño, si bien logró un título, éste fue a un costo muy alto. Entre 2017 y 2019 no rindió in-formes de los fuertes ingresos económicos internacionales.
En 2019 creció la planilla del equipo llegando a 190.518 dólares. El promedio de sueldo en San José fue de 8 mil dólares y los juveniles tenían sueldos hasta 2 mil bolivianos.
Firmó millonarios contratos con futbolistas y técnicos, que nunca fueron honrados en su totalidad y por ello surgieron demandas que hoy estrangulan a la institución orureña.
El presidente apodado «Cascajo», en medios de la construcción, apeló a préstamos de amigos, empresas y hasta futbolistas que hoy se suman a las demandas. El golero Carlos Lampe prestó recursos para costear viajes.
Al ver ya en peligro su permanencia al frente del club, se quemaron los documentos contables de la institución con el fin de hacer desaparecer pruebas, tacos de entradas y se desató la crisis económica más fuerte en la entidad santa.
Hoy, Martínez guarda detención en el penal de San Pedro de Oruro en calidad de reo, pero goza de privilegios (video mediante) porque que sale e ingresa cuando quiere.
Martínez acusado por estafa, falsificación ideológica y estelionato guarda detención en el penal de San Pedro , muy cerca al estadio Jesús Bermúdez, desde enero pasado.
Las administraciones de Freddy Fernández y Wilson Martínez son las más nefastas, ya que recibieron muchos recursos económicos de la Conmebol y sponsors extranjeros.
Los aficionados e hinchas orureños piden ordenar una auditoría y proceso a todos los pre-sidentes desde la misma gestión de Florencio España, que tuvo un buen manejo administrativo, pero erró al dejar recursos y una nueva se-de, descuidando el pago de impuestos. El edificio fue perdido por deudas con el fisco.
OTRO ENGAÑO
La afición orureña, después de que la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) diera luz verde a la presentación de un solo frente para las elecciones de mayo, nacía la esperanza del pueblo orureño para salvar a San José de la tremenda crisis económica.
Alentados por el empresario de futbolistas Silvio Fontana, desde el exterior se conformó el Frente Gestión Santa a la cabeza del golero Sebastián Bueno, que dejó la entidad tal cual recibió. Bueno había llegado a Oruro para probarse en el pórtico y sorprendió al ser candi-dato presidencial alentado por el «jeque» Silvio Fontana, que prometió fuertes inversiones de empresarios árabes e incluso ministros.
Lo de Fontana que desató una campaña para hacer socios y recolectar fondos en el mundo, fue otro gran engaño.
En julio apareció otro empresario radicado en Cochabamba, pero al conocer las demandas de ex jugadores que superan los 3.616 millones dólares, desistió de tomar el mando.
Hoy, la deuda del equipo orureño supera los seis millones de dólares, que nadie quiere poner y sólo miran como un botín de hacer dinero y dejan al Santo al borde de su muerte que parece estar muy cerca.