Los domingos en Oruro se tornan aburridos, debido a que se extraña a San José, el crédito de esa ciudad hoy ausente del fútbol profesio-nal. «Hemos perdido el alma de nuestra tie-rra», dice Ángel Maldonado Martínez, uno de los íconos «santos» de la década de los 70.
Está dolido, muy apenado por lo que pasó con el club que tiene tatuado en el corazón. Nació futbolísticamente en Oruro Royal a sus 6 años, pero desde sus 16 cuando debutó en primera pasó a San José, donde su padre Vitaliano, también fue jugador del cuadro minero.
Ángel, llamado cariñosamente «Pollo», adqui-rió ese apodo debido a que su papá era cono-cido por «Gallinas», y como siempre acudían juntos al estadio… alguien le dijo «Pollo» y se quedó con ello. «No, no me disgusta. La prensa me etiquetó así y bueno hoy me recuerdan de esa forma».
El «Pollo» fue digno representante orureño en las selecciones nacionales, jugó en el Boliva-riano de Panamá de 1973. «También jugué con la Verde ante Estudiantes de La Plata y la se-lección argentina, aquella llamada «fantas-ma».
Molesto debido a que hoy nadie hace más por revivir a San José, y que los que lo llevaron a su desaparición quedaron sin un castigo ejemplar. «Hay muchos culpables para que San José siga ese camino, como ex jugador me da mucha pena. Los domingos son muertos aquí. Hubo manos negras que desde arriba complotaron contra San José, ahogándolo en sus problemas.
Ángel es muy recordado por haber sido el primero que jugó con botines blancos que se lo trajeron del exterior.