De terror, la manera en que el comité ejecutivo de la Federación Boliviana de Fútbol y los clubes de la División Profesional han venido manejando la denuncia de corrupción en los partidos de la temporada 2023 y que costó un receso forzoso en los campeonatos, que empeora el nivel y la imagen del balompié nacional.
La mecha la encendió el presidente de la FBF, Fernando Costa, al lanzar en víspera del arranque de las Eliminatorias su propuesta de suspender los torneos basado simplemente en indicios sobre la participación de algunos futbolistas, dirigentes, e incluso árbitros, en apuestas clandestinas de fútbol.
Si bien es una lacra que existe, a nivel mundial, en otros países se ha optado por investigar primero, sancionar después a quienes resultaren involucrados, pero sin tener que suspender los campeonatos. Por eso, es censurable la manera en que la directiva de la FBF encaminó este tema, para luego incluso volver sobre sus pasos al admitir que no tiene pruebas sino indicios, y plantear que se reanude nomás la competencia. El cambio en la Comisión Arbitral se pudo haber realizado con el campeonato en marcha. No hay entonces, ninguna justificación ni beneficio que hubiera dejado un receso jalado de los pelos.
Los presidentes de los 17 clubes de la primera división en lugar de corregir el rumbo se convirtieron en parte del problema al avalar la propuesta de la FBF y suspendieron el campeonato. Y en una segunda reunión, la embarraron más al optar por unos procesos abreviados que no están contemplados en la justicia deportiva y que fueron tomados de la justicia deportiva a la que, dicho sea de paso, no se debió acudir antes de agotar los tribunales futboleros.
Y mientras las demás ligas sudamericanas y europeas reanudaron sus actividades tras el arranque en las Eliminatorias, el fútbol boliviano prolongó su incertidumbre al patear una definición para finales de septiembre. Sobre la marcha, a las apuradas, se organizó un microciclo para que la Selección entrene, al estar en puertas los partidos contra Ecuador y Paraguay del pre Mundial 2026.
Investigar primero, sancionar después. Es lo que se debió hacer desde el comienzo, en lugar de perder más de un mes, lapso durante el cual los clubes no han tenido competencia y tampoco ingresos. Un perjuicio que ha alcanzado incluso a la Selección nacional que tiene a la mayoría de sus convocados en la competencia interna. Los dirigentes del fútbol boliviano se dieron un tiro en el pie, sin duda.
Los futbolistas de la Selección tuvieron al menos la dignidad de pedir disculpas por los errores en los que incurrieron en los partidos contra Brasil y contra Argentina, principalmente. Bien harían los dirigentes en hacer un mea culpa similar, en admitir los yerros, que es el punto de partida para aplicar soluciones. Dejar de lado los intereses transitorios, para buscar soluciones de fondo.
También ha quedado en evidencia que así como se despide a futbolistas o entrenadores por malos resultados, hay dirigentes que le harían un favor al fútbol dando un paso al costado.