Llegó a La Paz junto a su esposa y uno de sus hijos. Fue en la víspera del aniversario de The Strongest, el equipo de su vida, para presentar un libro que le escribió Sergio Iriarte, un hincha, escritor y apasionado del fútbol.
Revisando la historia, la más rica que escribió con la “10” atigrada, al argentino Sergio Óscar Luna, encontramos una linda nota escrita por el periodista argentino Lucas Gatti, y la reproducimos para saber lo que la nueva generación de seguidores del Tigre no conocen o conocen poco, de este ícono.
Luna podrá contar hasta el último día de su vida que fue el dueño de la casaca número 10 del seleccionado argentino Sub-20 que disputó el Sudamericano Juvenil de Venezuela en 1977, tenía 17 años. Aquel campeonato internacional marcó el debut como titular en la Albiceleste de Diego Armando Maradona, pero con la particularidad de que utilizó, por única vez, el número 9 en sus espaldas.
INOLVIDABLE. “Para mí, eso representa algo invalorable. A medida que pasa el tiempo, me doy cuenta de todo lo que viví, especialmente, con Maradona en el equipo. Hay gente que me pide que le muestre la camiseta 10 porque no me cree que fui yo el que la usó. No pueden creer que Maradona se haya puesto la 9. Es más, me han llamado coleccionistas para comprármelas, pero no las vendo”.
SELECCIÓN. La selección dirigida por Rogelio Poncini, tenía a Diego Maradona, además de figuras como Julio Olarticoechea, Edgardo Bauza, Hugo y Abel Alves, entre otros. Jugó el Grupo B junto a Perú, Paraguay, Uruguay y Venezuela y no ganó a ninguno. Encima, Pelusa quedó afuera del último encuentro por acumulación de amarillas. “Fue una desilusión grande, pero para mí fue un orgullo haber jugado con él”.
A PRIMERA. Luna fue comprado por Vélez Sarsfield, donde debutó en Primera. Luego, pasó por Racing, León de México, Colón de Santa Fe, Sarmiento de Junín, San Lorenzo de Almagro, antes de jugar en el exterior, en Jorge Wilstermann, Litoral y The Strongest, donde se convirtió en ídolo y se retiró con 37 años. Posteriormente, se dedicó a la dirección técnica tanto en Argentina como en Bolivia donde dirigió a su Tigre.
SU INICIO. “Mis primeros años fueron en la liga cordobesa. En 1974 debuté con 16 años en Sportivo Belgrano. Luego, pasé a Vélez Sarsfield, donde estuve una temporada. Más tarde, recorrí varios planteles de Primera División como Racing Club y Colón de Santa Fe. Estuve en Sarmiento de Junín hasta qué en 1983 llegué a San Lorenzo de Almagro, mi último equipo en la Argentina.
MENOTTI. “Menotti siempre hablaba muy bien de mí. Recuerdo que fui uno de los jugadores declarado intransferible en la previa del Mundial 78, que no podía ser vendido al extranjero. Fue una etapa muy linda. A veces pienso que en ese momento no valoré que jugaba en la selección argentina porque llegaba al fútbol grande desde una ciudad chica como San Francisco.
SUEÑO. “Tuve dos grandes frustraciones, ya que me había probado en River y en Boca. En River no me quedé porque la pensión estaba cubierta. En cambio, en Boca cuando me mandaron a llamar, ya había firmado un año en Sportivo Belgrano, que al final me compró. En 1976 pasé a ser jugador de Vélez. Un año más tarde, Menotti me convocó para el seleccionado Sub-20 que disputó el torneo Sudamericano de 1977, aunque el entrenador luego fue Rogelio Poncini. Allí, jugué al lado de Diego Armando Maradona, un sueño que pude cumplir”.
FENÓMENO. “Ya entrenaba en la selección, Diego debutaba en Argentinos Juniors. Fue llamado a la selección automáticamente y apareció un día con los cordones desatados. Recuerdo que estaba Ricardo Fusani, un marcador central de las juveniles, que nos contaba las cosas que hacia Diego en las divisiones inferiores de Argentinos, era un fenómeno. Yo lo vi ingresar y siempre entrenaba con los cordones de los botines Puma desatados y haciendo jueguitos, con esa soltura y desfachatez natural que él tenía. Dentro de su humildad, lo que transmitía, brotaba naturalmente. Su amistad y saludo, todo era muy simple para Diego. Y con las cualidades que tenía, llegó a donde llegó, ¿no? El haber compartido cancha con él fue lo mejor que pasó en mi carrera”.
LA 10 DE SERGIO. Sí, fue para mi y la 9 para Diego (Maradona), eso representó algo invalorable. Pasa el tiempo, me doy cuenta de todo lo que viví, y especialmente, con Maradona en el equipo. Hay gente que me pide que le muestre la camiseta número 10, para creer que fui yo el que la usó. No pueden creer que Maradona se haya puesto la 9. Me llamaron coleccionistas para comprármelas, pero no las vendo. En aquellos momentos, con 17 años, no le daba la importancia a lo que estaba viviendo. Hoy sí valoro todo lo que viví porque fueron muy lindas etapas en mi vida.
CAMISETAS 9. “Tengo dos camisetas. Una es la blanca, la alternativa que teníamos con el escudo de la AFA, con el número 10 en la espalda en gamuza. La otra es la tradicional, blanca y celeste, con el 10 en la espalda en cuero. Son reliquias, la verdad que sí. Ambas están bien protegidas y guardadas”.
9 DE DIEGO. “El Pelusa se puso la 9, fue algo natural. Yo venía usando la 10 y él recién se sumaba. Diego no me la exigió en ningún momento. Todo lo que sucedía en el plantel era algo normal. Él se puso la 9, estaba todo bien y así seguimos. Luego, con el tiempo se la ganó merecidamente. Pero en ese torneo, tal vez fue un atrevimiento de mi parte haber usado la 10 (risas), pero no hubo ningún tipo de problemas”.
A WILSTERMANN. “Pasé a San Lorenzo en 1983 hasta 1985, inclusive. Me vinieron a buscar de Jorge Wilstermann. Le dije un número alto para no irme. Sin embargo, aceptaron, le pagaron el préstamo a San Lorenzo y me fui. Salimos campeones. El ex presidente Fernando Miele me dijo que siguiera en Bolivia. Volví a Wilstermann, donde me fue muy bien durante dos años. Después, estuve seis meses en Litoral de La Paz y siete años en The Strongest hasta que largué con 37.
EN BOLIVIA. “Me fui a Bolivia para jugar en Jorge Wilstermann, en Litoral de La Paz y me retiré en The Strongest en 1994 con 37 años, club del cual soy abiertamente hincha. En este último club, gané dos títulos de la liga local, en 1989 y en 1993, y disputé tres ediciones de la Copa Libertadores, llegando a anotar casi 70 goles.
CONOCIDO. “Me costó mucho acá, porque en Bolivia me conocían todos. Mi señora me incentivó para hacer el curso de técnico. Lo hice junto a Omar Labruna, Oscar Ruggeri, Ramón Díaz, Sergio Saturno, entre otros. Comencé dirigiendo en baby fútbol, mi primer trabajo me lo consiguió mi viejo, conoció a una persona que necesitaba un técnico en el club Atlanta y así empecé. Me gusta el fútbol, me apasiona y lo vivo con mucha intensidad, tanto con los chicos como con los grandes. Es mi pasión. Ya no juego tanto al fútbol por mis problemas de rodillas, es complicado, pero lo llevo en la sangre y es cierto lo que se dice, el jugador dentro de uno nunca muere”.
ADIOS. “Había nacido Flavio en 1994 y era muy difícil organizarme. Mi señora estaba en Argentina y los chicos comenzaron a estudiar. En The Strongest había una crisis económica que hacía que se dificulte cobrar los contratos. Me dijeron que no me podían pagar y me vine. Estaba para seguir jugando al nivel del fútbol boliviano, pero no sé si en la Argentina. Llevábamos casi 10 años en Bolivia. Hoy digo que mi decisión fue apresurada y equivocada porque mi carrera estaba en Bolivia.