Por su talento con el balón y su disciplina tanto dentro como fuera del campo de juego, el brasileño Celio Alves es considerado uno de los mejores futbolistas extranjeros que llegó al fútbol boliviano. Nacido hace 64 años en el estado brasileño de Minas Gerais, lo trajo Oriente Petrolero a mediados de los años 80 y extendió su carrera hasta el año 2000. Se afincó en Santa Cruz de la Sierra, donde ejerce como entrenador en escuelas deportivas y se mantiene en actividad en los torneos de la Mutual de Ex Jugadores.
Risueño y bonachón, Celio se ha ganado amigos en todas partes. Lo ayuda el hecho de haber jugado en varias ciudades del país, si bien los mejores recuerdos los guarda de sus pasos por los clubes Oriente Petrolero y San José, equipos con los cuales se consagró campeón en el fútbol de Bolivia. Alves recordó su paso por esos y otros clubes nacionales, además de tocar otros temas de actualidad del fútbol profesional.
—¿Cómo fue que se concretó tu llegada a Bolivia?
—Pasó algo raro y es que inicialmente no era yo quien tenía que venir. Cuando Oriente Petrolero clasificó a la Copa Libertadores de 1985, el presidente del club, Miguel Ángel Antelo, y el dirigente Luis Gonzáles, tomaron contacto con Palmeiras para conseguir dos refuerzos. Uno era Fausto, pero el otro colega no quiso venir. Un empresario boliviano que radicaba en San Pablo me recomendó y vine de reemplazo.
—¿Qué recuerdos de esos inicios?
—Que me fue horrible al principio (risas). Había estado de vacaciones y me vine en mal estado físico, jugué un amistoso contra Destroyers y en el minuto 30 me dieron calambres. La gente comenzó a decir que yo no daba la talla para jugar en Oriente. Estaba con ganas de retornar, pero los dirigentes me dieron la confianza y finalmente pude mostrar mis condiciones.