Sea cual sea el fallo final en el caso de doping positivo del mejor jugador del momento en el fútbol boliviano, Ramiro Vaca del club Bolívar, esto debe llamar la atención de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) para exigir una mejor labor de los cuerpos médico de cada club profesional y también de la selección nacional.
El positivo detectado a Vaca en el torneo de la Copa Libertadores de América, afectó fuertemente en la academia paceña, que no pudo contar con su estrella en los dos partidos finales del torneo de la CONMEBOL e impactó fuertemente en el joven futbolista que tiene planes de migrar el segundo semestre del año.
Vaca, ejemplar persona en su club y la selección, dijo su verdad tras conocer el resultado de la prueba A y accedió a que se abra la B, con un mensaje de que voluntariamente no consumió nada vetado.
El dopaje tiene fuerte impacto social y atraen una enorme atención debido a su irregularidad, que además conlleva una serie de sanciones que pueden truncar una carrera profesional.
Un funcionario médico especialista en dopaje horas después admitió en un programa de TV, de que se dieron “algunos otros casos positivos” en el torneo doméstico, y “se guardó en reserva esos positivos”.
Horas después se supo de otro positivo, el del mediocampista boliviano Boris Céspedes, que dio positivo por una sustancia prohibida tras jugar con la selección en el estadio Municipal de El Alto.
La acetazolamida, recetada para el mal de altura, y que le aplicó un médico de la selección, podría costarle hasta dos años de suspensión.
Ambas noticias, de Vaca y la de Céspedes, sacudieron fuertemente al fútbol boliviano que se halla cerca a disputar con Venezuela y Chile, sus próximos compromisos de la eliminatoria mundialista.
La prueba de Vaca corresponde al partido jugado con Bolívar en La Paz ante Sporting Cristal el 9 de abril y el de Céspedes, al partido del 25 de marzo jugado contra Uruguay, donde el jugador estuvo en la banca de suplentes.
Céspedes, que hoy es mediocampista del Yverdon de Suiza, decidió autoexcluirse mientras siga el proceso que podría derivar en una suspensión de hasta dos años por parte de la FIFA.
El jugador solicito al cuerpo médico aliviar un malestar físico y dolores de cabeza, pero la normativa es estricta: el uso de cualquier sustancia prohibida, aun con receta médica, requiere de una autorización terapéutica previa y al no haber solicitado este permiso, se considera una violación del reglamento antidopaje.
Amerita un accionar urgente en nuestro fútbol para evitar mayores casos de aquí en adelante y “no tapar” como sucedió, según el médico especialista en dopaje.