Por Edgar Tejerina C.
Los hechos de violencia de aficionados a policías, sucedidos hace poco en el estadio Tahuichi Aguilera de Santa Cruz, deben ser analizados por la Federación Boliviana de Fútbol. Se debe abordar urgentemente el tema de la violencia en los estadios protagonizados por las barras de animación.
No es nuevo, es un tema reiterativo y que merece una ejemplar sanción para evitar repeticiones, no frági-les llamadas de atención como pasó hasta hoy con otros hechos relaciones a la agresión y robo a los árbitros de un partido en un torneo anterior.
El fútbol sufrió una transformación, la llegada del VAR y los cambios constantes en las reglas han impul-sado a la confrontación no solo física, sino también verbal. Y para colmo una comentarista impulsa la violencia desde un programa televisivo, en medio de risas manifestando su animadversión contra miem-bros de la Policía Nacional, lo que mereció una crítica global de los periodistas del país.
Una psicóloga lanzo una hipótesis: de que esta violencia sería un reflejo de la situación emocional provo-cada en la gente por los dos años de confinamiento a causa de la pandemia; una frustración por no po-derse mover con libertad por riesgo de contagio. Es necesario hacer conciencia de estos hechos de vio-lencia, por parte de los aficionados, para que no se repitan y alejen a los aficionados de los estadios.
Esa cobarde agresión de hinchas a policías y acrecentar el pánico en las tribunas, es un reflejo de la normalización de la violencia en la sociedad y de la impunidad que merece ser cortada de raíz. No es el primer caso, ya se dieron muchos otros en años anteriores, donde los árbitros fueron agredidos y tuvieron que escapar de sus camarinos con ayuda civil.
Hay que admitir que el modelo de las barras, sus cánticos, y hasta sus grupos de animación de los equi-pos, fue importado del fútbol argentino, y no han podido ser controladas en algunos escenarios del país, pero que es obligación de los clubes garantizar la seguridad en los estadios para la gente que asiste a presenciar un partido y que volvía poco a poco a las tribunas, incluso con el entorno familiar, es decir, con la esposa y con los niños.
El fútbol es un espectáculo deportivo al que pueden y deberían asistir las familias con total confianza.
Devolver la fiesta con seguridad no solo está en manos de la dirigencia, de los clubes, de la policía y los futbolistas, sino también