Por Antonio Farias Gonzales
El fútbol boliviano fue un fracaso en este 2022. Es indudable e indiscutible. Existen varias razones para afirmarlo y las enumeraremos más adelante, pero otro calificativo no cabe a lo que ocurrió con el balompié nacional en este año que, menos mal, ya termina.
Debemos ser optimistas con miras al futuro, porque el optimismo es la única base con la que contamos en el afán de asentar nuestras posibilidades de mejorar tanto en la competencia doméstica como en el plano internacional, especialmente a nivel de selección que tiene que afrontar un duro desafío que son las eliminatorias rumbo al mundial 2026. Optimismo a falta de ideas de nuestros dirigentes.
EL CONTINUO PENAR
El 2022 es un eslabón más de una cadena larga de frustraciones que esperamos no tenga continuidad en el siguiente periodo.
El fútbol boliviano está postergado en el con-cierto internacional. Es uno de los que muestra más bajo nivel competitivo en América. Y por lo tanto podemos hablar de fracasos constantes, permanentes, repetidos, y por las causas de siempre. Tropezamos con la misma piedra, cometemos los mismos errores, las lecciones lamentablemente no se aprenden.
Salvo excepciones —1963 y el título sudamericano, 1993 y la clasificación al mundial el periplo de la selección boliviana y los clubes ha si-do tortuoso, pleno de derrotas amargas. Estas derrotas sin embargo no se han aprovechado para mejorar en absoluto. Al contrario, los erro-res, las decisiones equivocadas, la falta de planificación se han acentuado, por ende las derrotas se han multiplicado y parece que no se acabarán nunca.
Los clubes han llegado a una situación precaria en lo económico, con enormes deudas y —como en el caso de Wilstermann, ya sucedió con San José— con el riesgo de la desaparición. El fair play financiero es una necesidad imperiosa como herramienta de salvataje para las instituciones pero nadie quiere ponerle el cascabel al gato.
Otro aspecto del estado comatoso de nuestro fútbol es la falta de renovación en su estructura: en la cúpula y en las bases, dirigentes y divisiones menores. Sin buenos dirigentes no hay buenas ideas, ideas creativas para salir adelante, salvo algún salvavidas que sea lanzado en momentos en que los miembros del ente federativo se ahogan poco a poco. Sin divisiones menores no hay promoción de buenos valores, los planteles se avejentan y disminuyen en jerarquía cuando contratan a cualquier futbolista con carnet de extranjero, sin antecedentes ni trayectoria.
EL FRACASO DEL 2022
Ya hemos mencionado algunas de las razones , ahora enumeremos las evidencias de la debacle.
1.EL FRACASO DE LA SELECCIÓN EN LAS ELIMI-NATORIAS
Mal conducida desde el principio, la Verde nunca pudo encontrar una línea de juego, una identidad visible en la cancha. Se chocó frente a la falta de un plan establecido, con ausencia de objetivos claros, oscilando entre la necesidad real de victorias y una pretendida renovación que nunca fue el propósito original pues su entrenador – Cesar Farías – habló siempre de clasificar al mundial de Catar. La renovación terminó siendo el objetivo, equivocadamente encaminado, sin una base adecuada en cuanto a lo táctico para afrontar lo que viene.
- LA POBRE LABOR DIRIGENCIAL
Sobre todo en el manejo de las finanzas de los clubes. Los contratos jugosos de la mayoría de los futbolistas desangran las escuálidas arcas de los clubes. Los dirigentes, por falta de experiencia, asesoramiento o vaya uno a saber que carencias intelectuales o de otra clase, son presas fáciles de empresarios que les encajan cualquier “vagón” que firman por sueldos altos que al final no se pueden cancelar y las demandas y juicios arrecian amenazando la integridad de los clubes.
Desapareció San José de Oruro, está en vías de desaparecer Wilstermann, que sufre innumerables demandas de futbolistas y entrenadores que pasaron por el club cochabambino.
3.PÉSIMA ORGANIZACIÓN DE LOS TORNEOS
El fútbol boliviano es incapaz, en su división profesional, de entregar torneos atractivos para los aficionados, espectadores e hinchas, en general. Las pobres recaudaciones, salvo los con-sabidos y tradicionales partidos clásicos, son una demostración de esta realidad.
La organización del torneo apertura, que consagró a Bolívar campeón —fue emocionante pero muy poco competitivo—. Los equipos grandes encontraron rápidamente el rumbo hacia las instancias finales a costa de equipos mal con-formados. Solamente a partir de los cuartos de final se apreciaron espectáculos mejorados por el formato de eliminación ida y vuelta más que por un buen nivel futbolístico.
El campeonato sufrió un receso por problemas con FABOL en mayo y esto desfavoreció el normal desenvolvimiento del calendario.
No se pudo llevar adelante la Copa Bolivia que hubiera sido muy eficaz en la integración del fútbol profesional con el de las asociaciones, por expresa negativa de los directivos de la primera división. Lamentable. Ojalá la idea se pue-da consolidar el año próximo.
El clausura empezó tarde por la necesidad de habilitar el video arbitraje (VAR ) y terminó con seis fechas de anticipación, con un calendario ya apretado que obligaba a una seguidilla de partidos totalmente perjudiciales en el aspecto físico de los futbolistas.
4.IMPLEMENTACIÓN DEL VAR
Lo que debería considerarse un punto a favor de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) se convirtió en un factor de polémica y mutuas re-criminaciones por las condiciones en que el VAR fue implementado. Sin la debida anticipación se instaló a la rápida luego de superar problemas en la desaduanización. La capacitación para los árbitros fue insuficiente así como el conocimiento de la sala VOR. Los colegiados están en etapa de aprendizaje, los errores en los diferentes partidos fueron numerosos y es otra evidencia del fracaso del 2022.
5.LA ELECCIÓN DEL ENTRENADOR DE LA SELEC-CIÓN MAYOR
La improvisación en la forma de contratar los servicios de Gustavo Costas, quien todavía estaba trabajando en el Palestino de Chile, con la imposibilidad para el profesional argentino de arribar inmediatamente al país para organizar las tareas, conocer a los futbolistas y afrontar el partido amistoso ante Senegal en Francia, es otra decisión equivocada de la dirigencia federativa. No nos referimos a la capacidad de Costas y su cuerpo técnico sino a la manera, perjudicial para nuestro representativo nacional desde todo punto de vista.
6.TORNEO CLAUSURA TRUNCO
Aunque el documento oficial, elaborado luego de la reunión de consejo superior de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) y firmado por 15 de los 16 clubes de primera división, afirme que el torneo se da por concluido.
Es verdad que esta vez quienes dirigen las riendas del fútbol boliviano no tienen mayor culpa ya que son los conflictos sociales que estallaron en Santa Cruz con el paro cívico los que obliga-ron ha tomar tal determinación. Las fechas no alcanzaban.
Se intentó preguntar a FIFA y Conmebol si se podía continuar con la marcha del campeonato durante el mundial. Lograda la autorización se buscó acomodar las fechas, pero la prolongación de la medida cívica y sobre toda la finalización de los contratos de los futbolistas y la extensión de los mismos en problemáticas adendas, forzaron a dar el Clausura como ter-minado.
Otra evidencia —que estuvo fuera de la buena voluntad de los clubes— del fracaso.