Por Antonio Farías Gonzales
El discurso del entrenador de la selección ha incorporado recientemente a las eliminatorias mundialistas como objetivo único. Ante el rotundo fracaso de la Copa América, las eliminatorias como objetivo único se ha convertido en el latiguillo preferido junto a la mal entendida palabra «proceso», cuando la selección mayor jamás debe iniciar un proceso de renovación, más al contrario deben ser la culminación de etapas desarrolladas antes en las selecciones menores.
Las eliminatorias son el salvavidas que el fútbol boliviano – ahogándose en un mar de improvisación y desorganización- aguarda desesperadamente.
Un triunfo ante Venezuela, oponente inmediato en La Paz, será como un vaso de agua en el desierto. Conseguir este triunfo, no obstante, no será nada fácil contra una de las selecciones que mejor rendimiento ha mostrado en Estados Unidos, sin perder ningún cotejo en los noventa minutos, con jugadores de experiencia y roce internacional.
El reto para Zago y sus muchachos es muy difícil, confía mucho en la importancia de la altitud de La Paz para someter a los llaneros, pero sin un funcionamiento adecuado, una idea de conjunto, ni capacidad de desequilibrio individual el optimismo para alcanzar los tres puntos disminuye ostensiblemente.
Las interrogantes acerca del equipo, que las haríamos sin tapujos en una charla con el director técnico de la Verde, son muchas, pues el plantel dirigido por el brasileño solamente genera preguntas y escasas certezas, prácticamente ninguna.
La urgencia de alcanzar resultados positivos inmediatos no nos hace olvidar que el contexto no es el adecuado. El fútbol boliviano necesita un plan de salvataje a nivel general, desde las bases, una verdadera revolución, un plan sistemáticamente elaborado y llevado a la práctica sin el cual toda la estructura- endeble y sin cimientos- terminará desplomándose. Un triunfo circunstancial no soluciona nada.
- ¿QUE HACEMOS SIN GOLEADORES?
En su debilidad, el fútbol boliviano siempre ha contado con la presencia de grandes goleadores, de diferentes estilos, pero capaces de solucionar muchos problemas con su aptitud para finalizar las jugadas.
Máximo Alcócer, Juan Américo Díaz, Tamayá Jiménez, Jesús Reynaldo, Juan Carlos Sánchez, Álvaro Peña, William Ramallo, Jaime Moreno, Joaquín Botero, y el último en retirarse Marcelo Martins, aportaron a la selección nacional los goles necesarios para encontrar el rumbo hacia triunfos logrados la mayoría de las veces con esfuerzo, pero también con superioridad evidente sobre todo jugando en el Hernando Siles.
¿Dónde están esos goleadores para la Verde? No los hay. Algarañaz puede llegar al gol, lo mismo que Bruno Miranda, pero no son goleadores de raza, necesitan entrar y salir del área, sorprender, pero no son delanteros para estar ahí, frente al arco y capturar cualquier balón para transformarlo en gol. Menacho es todavía bisoño, le falta madurez, igual que Enzo Monteiro, el joven jugador del Santos de Brasil, son para aprovecharlos a futuro, pero en la presente coyuntura no son la solución para la anemia goleadora que padece el combinado nacional. - ¿PORQUÉ NO TIENE VARIANTES OFENSIVAS?
Ya no nos referimos a la capacidad goleadora individual, sino a una labor colectiva para generar posibilidades frente al arco rival.
Generar futbol de ataque le cuesta demasiado a esta selección, sin las sociedades necesarias para realizar combinaciones en las cercanías del área, con escasa predisposición para ganar en los duelos por banda, sin ideas claras para establecer superioridad numérica en todos los sectores del campo contrario, con poco aporte personal de futbolistas que hoy por hoy no tienen la confianza necesaria, será muy difícil que, aún teniendo la pelota la mayor parte del tiempo, tener chances claras de anotar. - ¿CÓMO ENCONTRARÁ EL ORDEN EN LA CANCHA?
Orden defensivo y ofensivo. Sin la pelota el Bolivia sufre mucho, especialmente las transiciones, pues fracasa en la presión alta y el retroceso no es realizado con orden ni velocidad.
Con la posesión este equipo ha demostrado que no es capaz de ordenarse, de manejar el juego con paciencia ante el abroquelamiento del otro equipo, de cubrir todos los sectores para tener opción de pase y progresar.
El orden es una materia pendiente para Zago y sus dirigidos. - ¿ESTOS JUGADORES TIENEN PERSONALIDAD?
Personalidad futbolística claro está, en la cancha, durante los partidos, enfrentando equipos potentes que cuentan con futbolistas fogueados en las grandes ligas. Precisamente es el roce internacional, desde joven, compitiendo contra equipos de afuera, el que otorga a los futbolistas la personalidad suficiente para afrontar grandes retos con la lucidez y la fuerza mental necesarias para lograr el éxito.
Bolivia ha tenido en sus filas a muchos hombres que no han mostrado este atributo, que han bajado los brazos ante cualquier adversidad, que se han sentido inferiores ante la mejor preparación integral, personal y de conjunto de sus oponentes.
Depende de ellos, la motivación es intrínseca, nace del interior, de la propia convicción, ayudada por las victorias que engendran convicciones antes inexistentes.
El gran Johan Cruyff afirmaba que «ganará el equipo que cuente con grandes realizadores y mayoría de jugadores con personalidad», son imprescindibles. - ¿CUÁL ES EL MEJOR SISTEMA?
Antonio Carlos Zago ha probado con defensa de tres, de cuatro y de cinco hombres. Con laterales volantes, zagueros centrales, marca en zona fundamentalmente.
Ha ensayado- porque fueron ensayos aún en partidos oficiales- con tres, cuatro y hasta cinco mediocampistas distribuidos de diversas formas.
Ha utilizado esquemas con un solo delantero, con doble punta- asimétrico, contando con un hombre en banda y otro por el centro, con dos centrodelanteros-, con un delantero y dos mediapuntas complementarios (un armador-finalizador junto a un mediapunta ofensivo). Y con delanteros fijos en determinados momentos, ante Panamá con el marcador abajo, por ejemplo.
La falta de tiempo para trabajar y tener más partidos de prueba, impide al seleccionador tener una idea más consolidada acerca de cuál es el mejor sistema, o poder modificar sobre la marcha el esquema sin confundirse en el intento.