Aún queda en la retina esa eliminación del Mundial de Brasil 2014. La Selección boliviana finalizó penúltima con 12 puntos, sólo por encima de Paraguay (por gol de diferencia), y a tres unidades de Perú, que también quedó eliminada con 15.
Cuatro años más tarde, no nos fue mejor, todo lo contrario. Bolivia volvió a la misma ubicación con 14 puntos, dos por encima de Venezuela y quedó fuera de Rusia. ¿Y Perú?, la ‘blanquiroja’ inscribió su nombre entre los 32 mejores del planeta y con un artífice que revolucionó el fútbol ‘incaico’: Gareca.
Sin saberlo, un 9 de febrero del 2015, los días de los peruanos estaban por cambiar, y para bien. Proveniente de La Matanza, provincia de Buenos Aires, llegaba Ricardo Alberto Gareca Nardi, aquel argentino que, en 1986, jugando para su selección, marcaría el gol que dejó a Perú fuera del Mundial de México. De verdugo a héroe.
Continuando un proceso que dejó Sergio Markarián, quien consiguió aquel emotivo tercer puesto venciendo a Venezuela en la Copa América de Argentina, y prosiguiendo además el periodo que duró menos de un año del también uruguayo, Pablo Bengoechea, Gareca llegó con más dudas que fe.
El argentino tuvo su primer gran examen en la Copa América de ese año en Chile, superó a Bolivia en cuartos de final y cayó ante el anfitrión en semis, igualando lo hecho por Markarián en la edición del 2011. Obtuvo el tercer puesto venciendo a Paraguay. Sin embargo, su siguiente prueba fueron las Eliminatorias y tuvo el peor arranque en clasificatorias de la historia de Perú en el formato ´todos contra todos’, ganando sólo cuatro puntos en siete partidos jugados.
Los peruanos demostraron tener algo que nosotros no, paciencia. Se decidió respetar el ciclo de Gareca, aun cuando el técnico prescindió de jugadores referentes como Pizarro, Vargas, Zambrano y Lobatón.
Además, sumado a su mal paso por las Eliminatorias, quedaron fuera de la Copa Centenario en cuartos de final. No vieron motivo de celebración haber superado una fase (nosotros festejamos nuestra clasificación en Chile 2015), todo lo contrario, fue un fracaso. De todos modos, los ciclos no son a corto plazo y supieron entenderlo.
En medio de dudas por la continuación de Gareca, el Seleccionado peruano ganó seis de sus 12 partidos restantes de camino a Rusia. Empató cuatro y sólo cayó dos veces (ambas de visitante). El resto es historia y la clasificación al Mundial se consolidó luego de 36 años.
Con una regular actuación en la Copa del Mundo, donde fue eliminada en fase de grupos, demostró un buen juego en su participación. Y como si fuera poco, sin conformarse, Perú sigue siendo protagonista donde va. Llegó a la final de esta Copa América después de 44 años y es la clara muestra que los procesos tienen sus resultados.
Por otro lado, lejos de una continuidad, los resultados de Bolivia no llegan de casualidad. En el mismo tiempo que lleva Gareca en Perú, nuestra Selección ha visto desfilar cinco distintos entrenadores en seis ciclos interrumpidos. Mauricio Soria (en dos apariciones), Julio César Baldivieso, Guillermo Hoyos, César Farías y Eduardo Villegas, llevan más decepciones que alegrías.
En los 60 partidos jugados de Perú al mando del argentino, se registran 26 victorias, 13 empates y 21 derrotas. El 43,3% de los puntos posibles, y suficientes para estar entre los mejores. Lejos de eso, definitivamente Bolivia no la pasa para nada bien. En 44 compromisos disputados, sólo ocho victorias, ocho empates y 28 perdidos. Un promedio de dos partidos ganados por año. Impresentable.
A ochos meses de iniciar un nuevo ciclo eliminatorio, ni siquiera la continuidad de Eduardo Villegas está definida. El persistente temblor en el fútbol nacional pasa factura. Pero, ante las comparaciones (siempre tan odiosas), imitar no siempre es malo, sobre todo cuando se imita lo bueno. Ojalá se pudiera apostar y confiar en semilleros, que tantas alegrías les han dado a Venezuela y a Ecuador en los últimos tiempos, Selecciones que estuvieron a nuestro par e incluso, por debajo.
Ese es un proceso a largo plazo, un periodo que recién se disfrutará en más de tres, cuatro Mundiales (hay que empezar desde cero), y que lo más difícil es iniciarlo. Si vamos tras un objetivo a mediano plazo, dejemos trabajar. Ricardo Gareca es la prueba latente de lo que se puede lograr con tiempo y confianza.
El fútbol es resultadista, nosotros no lo seamos. Nosotros confiemos, esperemos, observemos, no critiquemos y recién… disfrutemos. Ya perdimos seis participaciones en Copas del Mundo (la última en Estados Unidos 1994). Es hora de ser protagonistas.