Jhonny Pérez Muriel, un buen atleta que hizo historia en el país, historia y se sabe que, como muchos termina casi solo, batiéndose por sus propios medios y luchar también solo, muy solo por su salud.
“No tengo seguro, no tengo renta… así que hay que trabajar y sino lo hago me muero, pero sabe, me gustaría trabajar por formar hoy nuevos atletas. No creo que sea tarde”, dice el conocido atleta cochabambino que sigue trabajando en el orden físico para mantenerse saludable.
Jhonny Pérez es tan grande, sin embargo, que logró –mal que le pese a él mismo– diferenciarse del resto de los deportistas y siempre batirse por sus medios, sus limitados medios que le impidieron seguir en este deporte de sus amores. «No tenía entonces una buena zapatilla, y en Alemania donde fui becado, mis colegas disponían de mucho, pero buen material», recuerda.
Aquel hombre que por muchos años gerenta su pizzería, «Tentación», fue dueño de tres récords nacionales, aún lo es de uno que pronto cumplirá 40 años, y nadie le rindió tributo descubriendo el homenaje que se merece este hombre.
Aquellos logros de 1979 en Bucaramanga y en 1984 en Santiago de Chile impregnó todos los rincones del país y el eco impactó pero sin consecuencias y es algo que le duele al atleta.
Por su brillante actuación en los Bolivarianos de La Paz se pudo dar cuenta, entre otras cosas, de su estatura de personaje singular, de ejemplar único. Y no solo por sus condiciones de atleta, sino por ser un querendón del te-rruño y el deporte base.
Va para sus 66 años Jhonny, y bastó parar un poco la oreja en la antesala de este café, para comprobar que Pérez no es una simple figurita sino alguien que amó el atletismo y dejó a un lado otros sueños.
«¡No me hablé más de esto que tengo un nudo en la garganta¡», exclama y detiene en la puerta de sus ojos lágrimas que están a punto de bajar por sus mejillas.
Se agita más de la cuenta, y confiesa que tiene serios problemas de salud. Está medicado y bajo control de su doctor. El corazón reclama mayor cuidado. Una arritmia cardiaca y el agrandamiento de aurículas, están a cargo del médico Raúl Arnez, «su» médico que por muchos años corre detrás del corazón de hombre de fibra, de acero.
¿Cómo es su rutina habitual?
«Voy al country club todos los días, mi intención es ayudar a los tenistas. Cobro un sueldo, pues lo necesito para mis medicamentos que los compro cada día»
En su agenda está atender a la exitosa raquetbolista y campeona internacional Jazmine Sabja, que le pidió mantenerla en forma y vaya uno a ver en cancha a la simpática deportista que brilló nítidamente en los pasados Juegos Suramericanos disputados en Cochabamba.
De atletismo hace poco hoy, eso si maneja bicicleta. No quiso ser entrenador o formador de niños atletas, pues admite que no tiene carácter y preferiría este día ser formador de nuevos atletas.
¿Y le piden consejos los nuevos atletas?
«No, no, ya no estoy para consejos. Lo qué si quisiera hoy, y le pido una oportunidad al gobierno de Evo, es que me permita formar un equipo de atletas, de buenos atletas para hacer en el país una segunda Nairobi».
El veterano atleta se emociona al tocar el tema, tiene un plan ideado, pero necesita ayuda.
“Tenemos elemento, tenemos gente y con innatas condiciones, lo que faltaría es apoyo económico. Si el Estado me ayudaría, le explico mi plan, pero no tengo la llave ni el camino para que me oigan”, dice el hombre de los tres históricos récords nacionales.
Jhonny habla un poco, gruñe, pero es pura cáscara, porque termina entregándose a la charla una hora con generosidad y calidez y mientras disfrutamos de la amable atención en BecCafé del Banco Económico en Cochabamba, allí en la avenida Pando.
«En nuestro atletismo hay mejoras en fondo y caminata. En las demás se trancaron, estamos muy atrás, muy atrás en el nivel sudamericano».
Jhonny habla y sueña con otra Etiopía, pero en Bolivia, con corredores de larga y mediana distancia, una buena selección de atletas, en colegios y escuelas del país. Elemento humano hay, clama por un apoyo serio.
«No estoy en política, pero me gustaría hacer un buen plan. Me quejo del país, vemos con envidia como crecen en otros países, tienen una buena política de crecimiento en todos los deportes. Creció Colombia a paso firme. Ya lo vi en San Silvestre. Los entrenadores eran tomados en serio, creían en sus entrenadores y tienen apoyo sostenible». Jhonny es saludado por gente que llega al café. Se siente feliz, pero también se advierte nostálgico, a punto de estallar en llanto. Hace una pausa, un sorbo de un agradable jugo pone paz en su ser.
«Bolivia es lugar fantástico para formar entrenadores, hoy tenemos pocos, pero podría haber más competentes. Acrecentar sus conocimientos», dice mientras teje sus sueños y abriga esperanza de algún día no lejano ser oído por alguna autoridad deportiva de este experimentado atleta.
«Podemos colarnos a este avance del atletismo sudamericano, en San Silvestre estuve entre medio de campeones como Víctor López, doble campeón del mundo. Dios me premio con recorrer el mundo y también al país. La pena es que no se tomó en cuenta esos éxitos, podían ayudarnos y hoy otra sería la historia», dice Pérez Muriel.
Hoy la razón de su vida son cinco mujeres. Su madre, sus tres hijas y una nieta de nuevo años, que le transmite ganas de vivir.
Jhonny recuerda a su padre, Pedro Pérez, dirigente y atleta, quería que sea su hijo sea futbolista, luego tenista.
«Fui maestro por tres años. Me gradúe en letras y estudios sociales. Gané una beca a la Argentina, Córdoba, el frío y la humedad me devolvieron al país. Estudié en la Normal Católica dos años para ser orientador vocacional y psicó-logo, pero el atletismo está en mi sangre» añade.
Este hombre que hizo historia en el atletismo nacional, recomienda a los entrenadores a mejorar la parte psicológica en la gente, «es muy pesimista, entrena para perder, solo va a participar y no competir. Es estoico, es duro, tremendamente duro».
Jhonny Pérez, ya con el último sorbo de su café, recuerdo gratamente al profesor Alejo Montaño que le dio oportunidad de ser atleta, «ya que muchos lo rechazaron de los deportes de conjunto, por ser delgado».
Este hombre no fue talentoso, pero tenia voluntad, y agradece a Dios todo lo vivido.