APOSTABA SERIAMENTE POR LA SELECCIÓN. dos meses antes sentía que había un grupo desestabilizador que lo puso en la mira.estaba decidido a cumplir con su mandato y a no ceder en la guerra hasta discriminatoria.
César Salinas Sinka, el presidente de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF), murió el domingo 19 de julio luego de haberse contagiado con el Covid-19 unas dos semanas antes. Perdió esa batalla debilitado y agobiado por otros tres combates que lo estresaron y debilitaron sus defensas.
Tras conocer el positivo a una prueba, se encendieron las alarmas en su familia, su entorno y la cúpula federativa.
«Vamos a ganar esta batalla, las otras las estamos venciendo pese a las fuertes presiones», me dijo a poco de ser internado y cuando le recomendé apelar a algunos mates caseros aparecidos en la internet.
En marzo, en mi última visita a su despacho, me entregó un organigrama que le hicieron llegar sobre la organización de un grupo de personas del fútbol que querían su fin dirigencial. Habían dirigentes, periodistas y gente que estuvo vinculada a su entorno en el tigre, cuando fue su presidente.
Salinas fue intubado 72 horas antes de su fallecimiento tras complicarse el cuadro. En el último mes libró duras batallas: los derechos de televisión, donde algunos clubes profesionales descargaron un fuerte combate mediático, la excesiva presión de otros clubes para lograr luz verde del Ministerio de Salud para el retorno a los entrenamientos y seguir con el torneo Apertura, y los infaltables dardos y pedidos de la Agremiación de Futbolistas (Fabol).
Hubieron dardos muy duros contra él. Salinas sentía la existencia de un “Caballo de Troya” cuyo fin era destronarlo. Hubieron dardos como “si no es capaz, que deje el cargo”, el “innombrable”, “no quiere seguir el torneo, porque quiere favorecer al Tigre”. «No quiere licitación porque quiere favorecer a la actual dueña de los derechos».
Mientras se tejían campañas desestabilizadoras, algunos apareciendo en los medios asegurando que no querían sacarlo de la silla, por el contrario que “lo apoyaban para terminar la gestión”.
Todos esos duros días hicieron que su físico se debilite producto del estrés, muy cargado. En sus reiteradas visitas a los Ministerios de Educación, Deportes y de Salud contrajo del mortal virus.
La unidad de plasma que recibió del portero de la selección, Carlos Emilio Lampe, no fue suficiente. Aguardaba una segunda donación.
Tras esas reuniones y salidas de su hogar con esos objetivos, presionado por algunos clubes, Salinas sintió algunos síntomas y es así que el 9 de julio fue ingresado en una clínica privada por un agudo cuadro de gripe y sospecha de Covid-19.
Más tarde, tras el test, se confirmó que tenía coronavirus. Se extremaron todos los medios para salvarlo y no se pudo. Se fue y su entorno lo sintió.