Por Roberto Aguirre Durán
La noticia dio la vuelta al mundo: en el fútbol boliviano un partido tuvo 42 minutos de adición. ¡Casi un tercer tiempo! Un desatino, pero no fue el único, ni siquiera el más grave, en ese duelo Palmaflor-Blooming, porque el réferi permitió que las acciones continuaran en un campo de juego inundado, en lugar de haber suspendido el encuentro, a fin de preservar la integridad física de los protagonistas del encuentro, expuestos a lesiones graves.
Si bien durante el partido se perdieron esos 40 minutos, e incluso más, haberlos repuesto llama la atención aunque en realidad lo verdaderamente lamentable es que el árbitro hubiera demorado cerca de 20 minutos en convalidar un gol, cuando se acercó al VAR para revisar las imágenes de video. El que ha sido, hasta ahora, uno de los peores incidentes desde la apresurada aplicación del VAR en el fútbol boliviano deja en evidencia una de las principales causas de tanta desprolijidad en el referato nacional: la capacitación y ensayos no fueron suficientes para implementar el Video Assistant Referee (VAR). En otros países en cambio, hubo meses de aprendizaje, e incluso experimentación en torneos de categorías menores.
Pero el VAR, herramienta de gran utilidad en el resto del mundo, no es la causa de las males. Simplemente, ha desnudado las deficiencias en la formación de los árbitros, a quienes se apresuraron en hacer debutar en apenas seis meses, dejando de lado el par de años que antes se requería para promocionar a primera división réferis con mayor conocimientos, experiencia y personalidad.
Traer réferis del extranjero es un parche, no la solución. Lo que cabe es ir a las bases, dar capacitación permanente y realizar evaluaciones periódicas, como las que brindaban los colegios de árbitros que funcionaban de manera autónoma y fueron borrados, cuando se impuso el interés dirigencial de tener bajo mayor control la designación de árbitros. El karma les está pegando duro.
Así como el tribunal de justicia deportiva es un ente autónomo, lo mismo se debería hacer con la comisión que realiza las designaciones. Cualquiera sea el modelo, se tiene que devolver la opción de capacitar y evaluar a los réferis, para que a primera división lleguen los que tengan capacidad y personalidad. Hay que dejar de lado los experimentos. Quienes sacan a relucir sanciones como si fueran soluciones simplemente pretenden ‘lavarse las manos’. A ellos, se les pide soluciones, no excusas.