FALLECIÓ EDDY VILLAFAÑE, UN GRAN VOLIBOLISTA QUE JERARQUI-ZÓ ESTE DEPORTE Y FORMÓ A NUEVOS VALORES QUE BRILLARON EN SU OLYMPIC Y SELECCIONADO NACIONAL.
«SIENTO UN TERRIBLE DOLOR, él era un gran maestro. El me hizo un verdadero voleibolista. Deja un gran vacío en el deporte nacional».
La expresión con palabras entre cortadas era de Jaime Doria Medina, que sentía la partida de su primo y un gran voleibolista: Eddy Villafañe.
Fue muy sensible su partida, era un hombre que vivía para este deporte que lo apasionó hasta sus 80 años. Brilló en el club Olympic y las se-lecciones de Cochabamba y de Bolivia.
«Eddy jerarquizó el voleibol cochabambino, nos condujo a ser los me-jores del país. Lástima que las personas no sepamos reconocer en vida a estos héroes, que dejan todo de si por formar hombres de bien», sos-tiene Doria Medina, que el jueves 18 de febrero no podía creer del fallecimiento de su primo, el ayúnense que nació 1 de septiembre de 1940.
«Él mantuvo el volibol en Cochabamba hasta sufrir problemas econó-micos, pues gasto su dinero en nosotros, su apoyo fue increíble», dice el espigado Doria Medina al admitir que Villafañe hizo de Olympic, un equipo imbatible, a nivel internacional. «Yo me sentía a nivel de Brasil, era una época linda del voleibol en aquellos tiempos que jugué», refería.
El dolor se extendió en la familia Pavisic, donde Totoño comunicó de la muerte de Eddy, el alma y vida del Olympic, que unió a ambas familias.
Villafañe fue a los 80 años dejando un gran legado en los deportistas de la época.
«Eddy era brillante jugador, había acudido a los Bolivarianos de Mara-caibo donde nos propinaron palizas. Eso lo sacudió, ya que vio como entrenaban los otros equipos y es cuando decide formar jugadores para los siguientes Bolivarianos y ese objetivo lo logró a cabalidad», refiere el espigado ingeniero Doria Medina.
A su retorno al país reunió a jóvenes de unos 11 a 12 años y los co-mienza a entrenar en el patio de su casa improvisando un campo de juego.
«Entrenamos Marco, hermano de Eddy, Jaime Yapur y yo. Trabajamos duro como él quería y llegamos a conformar el equipo Bolivia que jugó en el país los Bolivarianos», recuerda Doria Medina.
Jaime con rostro serio y compungido, sigue recordando a Eddy que le enseñó los secretos de este deporte. «Eddy me enseño todo, tenía 15 años, me llevó a la selección cochabambina y fuimos a Oruro. En los últimos partidos me puso de titular, y logré un premio como mejor jugador, tengo una medalla. Sentí mucho cariño, el esfuerzo y superación se lo debo a él».
Las mamás de Jaime y Eddy eran hermanas, por ello la mayor confianza para moldear y pulir el juego de Jaime.
No pudo guardarse una anécdota, que enseñó la fuerza, la confianza y lo imbatible que era Eddy.
«Fuimos a jugar a Perú, nos ganaban en un partido, Eddy que ya tenía 45 años no toleraba ese contraste. El coliseo estaba lleno y él tras ver la caída en las dos primeras canchas entró a jugar, levantamos y ganamos 3-2. La prensa comentó el ‘chiquillo’ fue increíble en el triunfo de Bolivia».
Jaime sostiene que nadie valora al levantador. «El aficionado ve al que golpea y mata. Hay cosas importantes como el bloqueador, el servidor es imprescindible. Jugamos contra Chile y Colombia y mejoramos», añade tras recibir esa inyección anímica y ejemplar de Eddy.
Doria Medina recuerda el retorno de La Paz junto a Iván Meruvia, don-de estudiaban, para enrolarse al Olympic, y marcar la época de oro.
«Fuimos campeones nacionales, nadie nos ganó en 5 años consecutivos, y éramos internacionales ya que Eddy nos llevaba a jugar al Norte de Chile».
Jaime no aguanta. Una lágrima recorre su mejilla y es que se fue un grande, un maestro del vóley boliviano.