La dirigencia del fútbol nacional, salvo uno que otro disidente, dio curso a una sui generis modalidad de competencia para 2023, con un torneo todos contra todos y otros por series, que se disputarán… “en simultáneo”.
Si bien el todos contra todos arranca el 5 de febrero con partidos en sábados y domingos, está previsto que tres semanas después se ponga en marcha el torneo en el que los 17 equipos han sido repartidos en tres series.
Llama la atención que los encargados de la Comisión Técnica se quedaron callados en vez de aprovechar la presencia de los periodistas para explicar los supuestos beneficios de cambiar cada año el sistema de campeonato, para despejar las dudas de quien es el destinatario final: el público.
Tremenda confusión se crea cada año entre los aficionados bolivianos, obligados a resetear sus neuronas futboleras para entender como es que se va a desarrollar la competencia en cada semestre. Los premios de clasificación a torneos internacionales obligan cada vez a poner más atención a la calculadora que a la cancha.
De los mismos creadores de jugar una competencia con número impar de equipos (que obliga a descansar obligadamente a uno de ellos en cada fecha) llega ahora este peculiar desarrollo de los
dos torneos oficiales en paralelo. Además, no se explica la justificación para restar valor a uno de ellos (el por series) que elaño pasado los mismos dirigentes le habían conferido similar recompensa deportiva que al todos contra todos.
Lo mismo ocurre con los descensos, que tan fácilmente se quitan como se aumentan, no tanto por méritos deportivos sino dando lugar a otras consideraciones. Menos mal que las reglas del
fútbol las maneja con recelo la FIFA, de lo contrario no faltaría el iluminado que pretende agrandar los arcos… o achicarlos.
Es cierto, el fútbol es un juego. Pero hasta los juegos de cartas y dados tienen definido su desarrollo sin estar cambiando la modalidad de com-petencia año tras año, a fin de asegurar la transparencia e interés tanto para los participantes como para los aficionados.
Como ‘dueños del fútbol’, que es un espectáculo privado, ciertamente están en su derecho los dirigentes de cambiar los campeonatos como lo consideren conveniente a sus intereses.
Pero tengan también el cuidado de salir a explicar las variantes, de tener una campaña de comunicación para tener bien informado a los especta-dores, a esos socios a los que mucho exigen pero ahora no les dan ni explicaciones.
Por Roberto Aguirre