CAMBALACHES DEL FÚTBOL. De ser un entrenador prodigio por dirigir al Espanyol en Primera con 29 años, a emigrar, con 39, a Bolivia porque el fútbol español parecía haberse olvidado del que en su momento había sido el técnico más joven en debutar en un banquillo de la División de honor, con la excepción de un par de casos ocasionales en los años 30 del siglo pasado. Las aventuras y desventuras de Xabier Azkargorta (Azpeitia, Guipúzcoa, 67 años), doctor en Medicina, merecen una conversación. Son cuatro décadas detrás del balón. Del Aurrerá de Ondarroa en Tercera (81-82) al Palmaflor (diciembre-2020), club de la Primera boliviana, pasando por Chile, Japón, México y China.
• Llegué a jugar en los juveniles de la Real, pero como quería hacer medicina y no había facultad en San Sebastián, me trasladé a Bilbao para estudiar y, de paso, jugar en el filial, el Bilbao Athletic. Me lesioné y se acabó el sueño de ser profesional.
•Lo que realmente quería ser es médico. Como entrenador siempre he manejado cuerpos humanos y que forma mejor de conocer el cuerpo humano que estudiar medi-cina.
• Siempre fui más de la Real, aunque tengo un gran reconocimiento al Athletic.
•Se me cae la baba. Es extraordinario. El fútbol vasco está dando una lección al resto del fútbol español. Con el Alavés y Eibar tiene cuatro clubes de Primera en un espacio pequeñísimo.
•Nunca. Tengo esa espinita clavada. Pero es que tampoco me llamó el Alavés, ni el Eibar… Siempre he entrenado fuera del País Vasco y, es curioso, en el fútbol español nunca en Segunda. Di el salto de Segunda B con el Nàstic al Espanyol y ya no me moví de Primera hasta que me tuve que ir a Bolivia.
•Es raro, sí, pero así es. Tampoco considero que se tenga una deuda conmigo. Estoy muy agradecido al fútbol. He podido ganarme la vida también de otras muchas maneras, medicina incluida. Que en un determinado momento podría haber hecho más cosas en el fútbol español, sí, pero doctores tiene la iglesia. Puede que mi carácter de decir las cosas muy claras quizá no me ayudara mucho.
•Emigrante y pionero en ese arte de entrenar fuera. En aquellos tiempos no era frecuente que un entrenador de Primera se fuera al extranjero a exportar el fútbol español. Entonces, el juego que se practicaba en España no era tan atractivo como lo ha sido después, Selección incluida. Ahora, está a la orden del día, pero quiero decir algo que puede resultar extraño. Un entrenador no puede considerarse completo y realizado del todo hasta que no dirija unas eliminatorias en Sudamérica, tanto a nivel de selección, como de la Copa Libertadores. Eso es otra cosa. Ni la Champions ni la UEFA ni nada.
•Me cansé de ser en España el entrenador-bombero. Los clubes se fijaban en mí cuando le iban mal las cosas. Recurrían a mí para sacar las castañas del fuego. Desde que debuté en el Nàstic en Segunda B, nunca me faltó trabajo, pero nunca llegaba a un club con un proyecto mío. Siempre con la temporada empezada y el proyecto preparado por otros entrenadores. Solo la segunda temporada estaba planificada por mí. Cuando me llegó esa posibilidad, trabajaba para el Comité Olímpico de Barcelona 92 y tenía mi clínica en Barcelona. Pero me decidí a dar un paso que no era fácil: clasificar a Bolivia para un Mundial.
•Afincado en Bolivia desde hace más de una década, Xabier es un ciudadano del mundo que lo mismo escribe un libro titulado ‘Difícil de entender, imposible de olvidar’, que da clases en la Universidad, ofrece conferencias sobre ‘motivación y coaching’, o se sienta en un banquillo para seguir ejerciendo la profesión que eligió por pura vocación. Poco queda de su acento vasco, (habla euskera), moldeado por sus años en Cataluña (habla catalán). Aprendió japonés en Tokio y se hacía enten-der en China cuando fue colocado allí por el Real Madrid.
•El 25 de julio de 1993. En las eliminatorias para Estados Unidos 94. Fue la primera y la última vez que Bolivia se clasificó para un Mundial en su historia. Fue la primera derrota de los brasileños en una eliminatoria mundialista. No habían perdido nunca. Les ganamos 2-0 y fallamos un penalti. Nadie se podía imaginar que ganáramos bien ganado a un Brasil en el que jugaban Taffarel, Cafú, Mauro Silva, Rai, Bebeto, Muller… y que después nos clasificáramos para un Mundial. No sé con qué se podría comparar aquello, pero sería más que ganar ahora la Champions. Estaba implicado todo un país. Fue algo épico. Además, en nuestro grupo estaban Uruguay y Ecuador. Y en el Mundial, para que todo me fuera redondo, nos enfrentamos a la España de Clemente, que nos ganó 3-1, pero nos pitaron un penalti que no fue y los tuvimos ahí…
•Querían que firmara el contrato de seleccionador por fax, pero yo quería conocer el país y su futbol antes de firmar. Recurrí a la enciclopedia Larousse que me dio algunos datos y luego palpé el terreno y firmé hasta el final de las eliminatorias.
Recién llegado llegó a recibir amenazas de muerte.
Sí, pero no le di mucha importancia. Jugamos el primer partido en Venezuela, que nos llevaron a Puerto Ordaz, el sitio de más calor, perdíamos 1-0 y remontamos 7-1. A la vuelta en el hotel recibí una carta y mi error fue abrirla delante de los periodistas. Sí, era una amenaza de muerte en toda regla, como diciendo que si no nos clasifi-cábamos… Pero bueno, llegué a Bolivia en octubre del 92, era el quinto centenario del descubrimiento de América. Parecía como si fuese otro español que fuese a… Alguno me llamó «ilustre desconocido» cuando llegaba allí después de entrenar durante ocho años en la Liga española. Yo les contesté que ellos podrían ser unos ilustres ignorantes. El principio fue duro. Trabajé durante algún tiempo con un policía al lado, al que le terminé diciendo que o se iba él o me iba yo. No podía trabajar así.
•Exacto. Nadie sabía nada de Bolivia. De hecho, cuando íbamos ya al Mundial de Estados Unidos, en el aeropuerto nos confundían con Libia. Conocían más a Gadafi y a Libia que a nosotros. Como siempre hubo una conexión entre España y Bolivia con el tema religioso y mandábamos allí curas y monjas, mi madre, la pobre, pensó que su hijo se iba de misionero. Le salió espontáneamente. Había estudiado cuatro años en el seminario de San Francisco Javier con los jesuitas en Javier (Navarra). De los nueve a los 14-15. A los diez años ya traducía latín. La guerra de las Galias.
•Nooo… Estoy haciendo mis planes de jubilación porque ahora no tengo un club, pero mi última experiencia ha sido bien reciente. Acabé en diciembre con el Palma-flor, un equipo recién ascendido al que conseguimos clasificar para la Copa Suramericana, que es como la Europa League en Europa. Es como meter en España a un recién ascendido. Se equivocaron conmigo, pensaron que podían hacer cosas en las que yo no cedo, acabó mi compromiso y me volví a casa.
• «Al llegar recibí amenazas de muerte y trabajaba con un policía siempre a mi lado»
Creo que sí, a no ser que me llegara algo muy-muy interesante de España, creo que me quedo aquí. La gente me quiere y me lo demuestra. Sigo siendo alguien para ellos. No olvidan lo que conseguimos. No han vuelto a estar en un Mundial. Creo que soy más boliviano que otra cosa. Mi pasaporte es español y no me olvido de los amigos que hice y tengo todavía en España. Aquí en San Cruz se vive bien. Hace mucho calor, es una ciudad tropical, pero es una ciudad muy abierta. Ya tiene tres millones de habitantes.
•Los intereses han hecho que haya cambiado totalmente. Ya no hablas con los jugadores, hablas con sus representantes. El jugador que tiene un buen representante tiene asegurado su futuro y el representante que tiene un buen jugador, también. Comenzó a cambiar cuando los jugadores pusieron en sus camisetas su nombre propio. Antes luchábamos por el ‘ocho’, el ‘seis’, el ‘cinco’… Y hay cosas absurdas como que el hombre más carismático de Nike, Cristiano Ronaldo, jugaba en el Ma-drid, que era Adidas. Y el hombre más carismático de Adidas, que es Messi, juega en el Barça, que es Nike. El fútbol se ha convertido en una gran industria. Si antes del fútbol vivíamos 500 personas, ahora viven 10.000.
•El juego viaja hacia sus raíces de antes. Se da mucha importancia a salir jugando desde atrás, parece una obligación, pero la evolución me dice que se vuelve al pasado. Posiblemente sea por el desgaste físico, porque se acumulan muchos partidos. Pero cada vez veo más saque largo del portero y la búsqueda del segundo balón. También se está recurriendo a los tres centrales, y yo, en el 93, con Bolivia ya jugaba así. Hoy el objetivo de los equipos de fútbol es la recuperación, no la preparación. Juegan tres partidos a la semana.