SU LIENZO ERA EL CÉSPED, SOBRE EL QUE DIBUJÓ REGATES, CABRIOLAS Y UN REPE TORIO DE RECURSOS TÉCNICOS QUE LE HICIERON GRANDE Y ÚNICO. ERA EL FÚTBOL EN ESTADO PURO, Y CREÓ SU PROPIO ESTILO Y SU PROPIA HISTORIA. ERA UN ARTISTA QUE CONSTRUYÓ LA LEYENDA SIN ESPERAR A SU DESAPARICIÓN.
POR MARIANO LLORENTI
DIEGO ARMANDO MARADONA fue y es el mejor por un cúmulo de razones. Y nos apartamos del tema personal, del rol de ejemplo que nunca fue, de todos los des-arreglos y desatinos que acompañaron su vida. En eso, las cuentas dan claramente en rojo escarlata en su vida. Hablamos del “10” jugador de fútbol. Él y la pelota. Él y su equipo. Él y los compañeros. Él y los rivales. Él y sus logros. Que van más allá de los registros.
Diego era una metáfora de Argentina. Nació pobre en la ciudad de Lanús, en el hospital llamado Evita Perón. Diego ya millonario con arrogancia autorizada tuvo un viraje en su vida.
MARADONA era el exceso; dentro y fuera de la cancha. Nadie como él interpretó el fútbol, alargando una zancada impropia pata su baja estatura, driblando a la carrera sin que la pelota se apartara de sus píes. Nadie como él, tampoco, se convirtió en mito viviente, con rango de autoridad que superaba al del presidente de la República y alcanzaba casi la Divinidad. Pero Maradona tenía un enemigo:
él mismo. Hizo de su vida un particular vía crusis, una especie de
condena por sus extraordinarias virtudes futbolísticas.
Diego dejó tantas imágenes increíbles, que será necesario rebobinar de nuevo su carrera deportiva para entender por qué se convirtió en el Dios del fútbol, en el más aclamado y también al que más se le perdono su conducta fuera del campo de juego. Para una mayoría, una imagen es el mejor resumen de una carrera; en el caso de Maradona, sin embargo, hay varias, aunque hay coincidencia en dos.
Curiosamente se producen en un Mundial, fue en México en 1986, y frente a Inglaterra. Allí confluyen dos jugadas que quedan para la historia del fútbol y que re-sume al «pelusa» Maradona. El gol de la “mano de Dios” que retrata al chico pillo, nacido en familia numerosa y en hogar humilde. Nadie vio, ni en el campo ni en la televisión, como el 10 de la albiceleste impactaba con la mano en la pelota, y solo las tomas fotográficas y repeticiones del vídeo descubrieron el gesto. Si hubiera existido el VAR, otra sería la historia.
El segundo momento, también tiene denominación de origen: “el gol del siglo”, aunque habría que actualizar su temporalidad. Porque nunca nadie ha logrado ha-cer algo igual, aunque algunos hayan emulado su recorrido. Y para expresar cómo se vivió no solo en Argentina, sino en todo el mundo.
Entonces vale la pena apelar y reproducir la narración del relator Víctor Hugo Morales, es quizás el mejor e histórico testimonio que mejor retrata aquella jugada y define al jugador: “la va a tocar para Diego, ahí la tiene Maradona, lo marcan dos, pisa la pelota Maradona, arranca por la derecha el genio del fútbol mundial, y deja al tercero y va a tocar para Burruchaga… ¡Siempre Maradona¡ ¡Genio¡ ¡Genio¡ Ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta… Goooooool… Goooooool… “Quiero llorar, perdónenme… Maradona, en una corrida memorable, en la jugada de todos los tiempos… Barrilete cósmico… ¿De qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés, para que el país sea un puño apretado gritando por Argentina?: Argentina 2 – Inglaterra 0. Diego, Diego, Diego Armando Maradona… Gracias Dios, por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas, por este Argentina 2 – Inglaterra 0”.
De Aquellos lloros de felicidad de quien ya era leyenda y que agrandó su figura hasta conquistar aquel Mundial, al lloro por una desaparición que a nadie extraña pero que deja un vacío y, de lo que no hay dudas, es que hará crecer a la leyenda hasta tocar con los dedos ese olimpo reservado a los grandes.
Maradona fue amigo de sus amigos, sincero sin ambages y el mejor futbolista del planeta para una gran parte del mismo, Dejó frases para la posteridad que lo de-finían y también arrebatos del pibe que fue, de una ingenuidad no impostada de quien hace lo que le gusta y el resto le importa lo justo.
«La Argentina pierde a un artista» con la muerte del astro. Hay ausencias que perduran desde lo que llamamos la eternidad y Diego entra en eso. Estaba en su ADN pararse frente a cualquier forma de poder que se lo quería llevar por delante a él, a su país o alguien que él quería. Mucho más si lo entendía como un poder dañino. Era algo que mezclaba el instinto y la inteligencia. Cuando veía algo que hostigaba lo que el amaba, él reaccionaba parándose contra ese poder con franqueza, con decisión y con mucho coraje», tiró Morales.