Bolívar fue víctima este 2021 – al igual que la gran mayoría de los clubes que protagonizaron el torneo de Primera División- de la inestabilidad en la dirección técnica.
Primero fue Natxo Gonzalez quien no encajó en el gusto de la afición.Vladimir Soria se hizo cargo interinamente para dar paso al brasileño Antonio Carlos Zago, de reconocida trayectoria internacional como jugador en el Sao Paolo y la selección de Brasil. Llegaba de dirigir al Kashima, club de la liga japonesa, para tomar el timón de un equipo desorientado, que carecía de una estructura colectiva de juego y dependía demasiado del acierto de sus individualidades.
En muy poco tiempo impuso su estilo, basado en velocidad y presición, poca tenencia y mucha verticalidad.
El paulista movió el piso futbolero al anunciar que trabajaría para lograr un fútbol de transiciones rápidas, exigiendo siete se-gundos entre la recuperación de la pelota y la llegada al área rival.
TIEMPO, LE FALTO TIEMPO
Faltó tiempo para que su idea se plasmara en el campo se juego. Consiguió algunos resultados favorables y victorias importantes para luego ir decayendo en su propuesta. La velocidad cedió al vértigo, y la pausa imprescindible, esa fracción de segundo para limpiar el terreno, decidir la maniobra y colocar el esférico con ventaja para el compañero, fue una virtud faltante en el bagaje táctico y conceptual del equipo.
Saavedra se esmeró sin éxito por cumplir una función para la cual no tiene todavía, oficio ni predisposición: mediapunta, enlace o enganche. Álvaro Rey, uno de los españoles que vinieron para reforzar la zona medular, mostró prestancia en el pase pero escaso despliegue. Otro ibérico, Granell, fue intermitente en su rendimiento ocupando varias posiciones sin ser un aporte válioso para el medio juego.
JAIRO, OTRO QUE BRILLÓ
Si hablamos de defensores, Jairo Quinteros fue uno de los más destacados y de los pocos que evolucionaron notablemente en todos los aspectos. Con su juventud, jerarquía y personalidad se ganó una titularidad indiscutida no solamente en la defensa académica sino también en la selección nacional.
El bloque defensivo -última linea y contención- sufrió para encontrar el orden requerido y la solvencia para darle a la ofensiva la suficiente confianza.
En cuanto a delanteros, tuvo en Leo Ramos a un hombre de área que dijo presente en los goles – fue el máximo anotador de la academia- pero con un carácter irrascible que terminó perjudicando. Abrego, Miranda, Menacho, trataron de aportar lo suyo pero fueron improductivos.
Un párrafo aparte para Roberto Carlos Fernández, mimado de la tribuna, que tuvo un desempeño creciente, de menos a más, y fue el que se adaptó mejor al esquema elaborado por Zago con línea de tres donde el cruceño fue el lateral-volante por izquierda con libertad total para mandarse al ataque, en un ida y vuelta constante.
TRES TORNEOS A LA VISTA
La irregularidad pasa por la realidad del fútbol boliviano, donde es casi imposible, por razones de calendario y falta de organi-zación realizar una buena pretemporada, cuando menos seis semanas, afectando a la larga el ítem físico. Si Zago pretende un equipo rápido, intenso, con gran despliegue en los desdoblamientos de ataque y defensa y recuperación óptima, deberá plani-ficar una etapa previa al inicio de la competencia que le permita contar con gran capacidad aeróbica, velocidad y fuerza explo-siva.
Sin embargo la tarea más importante será el armado del Bolívar modelo 2022 que tiene como desafío los tres torneos locales y la Copa Libertadores.
La búsqueda debe ir dirigida a la conformación de un colectivo que combine en proporciones iguales experiencia y juventud. Solidéz, equilibrio en todas las líneas y dominio en el desarrollo de los cotejos. Un equipo formado por hombres de personalidad y, muy importante, ganas y hambre de gloria.