Por Roberto Aguirre Durán
Bolivia volvió a ser selección mundialista en abril pasado. En Colombia aseguró su tercera clasificación a una Copa del Mundo para futbolistas juveniles y restaba conocer a sus rivales. El sorteo realizado por la FIFA en Catar develó el misterio: Sudáfrica, Italia y la selección del país organizador, en ese orden, serán los rivales en la primera fase.
Hace rato que los sorteos dejaron de quedar librados a la suerte. Al menos, en gran parte. Los sorteos son “dirigidos” y tienen una lógica menos siniestra de lo que pueden plantear las teorías conspirativas. Tiene más que ver con que en un torneo se guarde cierto equilibrio de fuerzas, para mantener el interés desde la primera fase hasta los partidos con títulos en juego.
Es por eso que existen los cabezas de serie. Porque si todo quedara librado al azar, en una primera fase podría darse un grupo integrado por Brasil, Italia, Argentina y digamos que Inglaterra. Muy atractivos duelos, pero al menos dos candidatos al título podrían quedar eliminados de entrada. Y por otro lado, la mera casualidad podría determinar una llave con Haití, Nueva Caledonia, Burkina Faso y Uzbekistán. Duelos poco atractivos para ir al estadio o mirarlos por televisión; y como tendrían que avanzar al menos dos de ellos, salvo mayúscula sorpresa… estarían en gran desventaja deportiva en las siguientes fases.
Por eso, no fue de extrañar que Bolivia apareciera como integrante del grupo A, junto a Catar, que como país anfitrión tuvo el beneficio de ser considerado un “cabeza de serie”. A falta de historial con títulos, los cataríes tenían a su favor el poder económico para organizar una Copa del Mundo y entonces alguna ventaja les toca.
Bolivia llega como el rival más débil de la Conmebol, pues clasificó en el repechaje. Quedó en el puesto 7 entre 10 selecciones sudamericanas y aprovechó que se amplió el cupo para cada continente. En teoría, es una selección accesible y su desafío será demostrar justamente que no llega como relleno sino para dar pelea en la serie A.
Tampoco parece ser resultado de la casualidad que Catar tuviera la oportunidad de medirse justamente contra Bolivia en un cuadrangular amistoso disputado en Argentina en mayo pasado. Son pocas las oportunidades que hay de partidos entre sudamericanos y asiáticos, por tanto, fue una manera de medir fuerzas por anticipado. Ese histórico primer enfrentamiento entre ambas selecciones terminó empatado a un gol y se repetirá a fines de este año, ya por los puntos.
Contra Sudáfrica e Italia tampoco hay antecedentes de partidos previos frente a Bolivia, a nivel de categoría sub 17.
El equipo africano clasificó como segundo del grupo B de la Copa de Naciones, detrás de Burkina Faso, y por encima de Camerún y Egipto. En la segunda fase del torneo entre selecciones africanas, fue eliminada con un 1-3 ante Marruecos.
Italia aparece como el rival más fuerte y es candidata a ganar la serie A, si vale como antecedente que en la etapa clasificatoria ganó su grupo con puntuación perfecta. Tres partidos y tres victorias, tras imponerse sobre Bélgica (2-1), Inglaterra (4-2) y Chequia (2-1). Estuvo a punto de jugar el partido por el título, pero fue eliminada por penales en semifinales tras empatar a dos goles con el seleccionado portugués.
Esos son los rivales de Bolivia para el Mundial Sub 17 de Catar. Que se disputará por primera vez con 48 selecciones. El reto es terminar entre los dos primeros del grupo, o clasificar entre los mejores terceros. Los nuestros tendrán el privilegio de jugar en los mismos escenarios donde hace apenas tres años se disputó la Copa del Mundo de selecciones absolutas. Bien merecido se lo tienen. Que sea el inicio del recorrido para una nueva generación del fútbol boliviano que logre volver a pisar fuerte en el concierto internacional.
LOS ANTECEDENTES
Bolivia ya disputó en dos ocasiones la Copa del Mundo para selecciones juveniles.
La primera vez fue en 1985, justamente cuando la FIFA estrenó el Mundial para las categorías menores. En esa ocasión el límite de edad era 16 años y la Academia Tahuichi asistió por invitación directa, como reconocimiento del ente rector del fútbol mundial a la labor formativa que ya por entonces realizaba la academia cruceña del balompié.
El torneo se disputó en China. Bolivia enfrentó al anfitrión, a Estados Unidos y Guinea. Tras debutar con empate a un gol ante China, perdió 1-2 ante los norteamericanos, para cerrar con un traspié por 0-3 ante los africanos.
Los goles fueron anotados por Erwin Sánchez y Marco Antonio Etcheverry, que conformaban ese seleccionado nacional junto a Mauricio Ramos, Marcos Urquiza, Ko Ishikawa, Hugo Pinto, Herman Atalá, Eduardo Trigo, entre otros. Los tres primeros llegaron a diputar el Mundial de Estados Unidos con la selección mayor y los otros citados tuvieron su paso por clubes de la división profesional. Ishikawa incluso jugó en la liga japonesa.
En 1987, Bolivia volvió a una Copa del Mundo para juveniles, esa vez tras conseguir su clasificación en el Sudamericano disputado en Perú, en la que se consagró campeona.
En el Mundial de Canadá, empató a dos goles con México, cayó 2-3 ante Nigeria y cerró con derrota por 2-4 ante la Unión Soviética.
En esa competencia, Marco Etcheverry mantuvo su nivel y se sumó como otra figura el polifuncional Héctor Cristaldo, que desde su posición como volante también consiguió aportar con goles. Otros nombres para reconocer de ese seleccionado, porque llegaron al profesionalismo, son los de Eduardo Jiguchi y Hebert Arandia.
*Periodista, jefe nacional de Telepaís