Por Edgar Tejerina Casablanca
Los “hombres pasan y las instituciones se arruinan”. Un adagio modificado que se aplica al fútbol, y no hoy, sino desde hace muchos años atrás.
Varios, muchos clubes profesionales en el país, pasan por esa situación y todos, o casi todos relacionados con supuestos casos de corrupción. Hombres que se hacen dirigentes con respaldo económico, llegan a la presidencia de un club, lo destruyen y se van, mientras que las autoridades miran de palco.
Arruinar, según el diccionario dice: dañar, destruir, estropear, aniquilar, asolar, minar, dinamitar, demoler, desmantelar, devastar, hundir, talar, derruir, destrozar, deshacer, desplomar, reducir, perjudicar, arrollar, hacer polvo, no dejar piedra sobre piedra, reducir a escombros, reducir a ceniza.
Todo eso, muchos aplicaron en los clubes que hoy se debaten en crisis, mientras los dirigentes que asumen se ocupan de pagar deudas, salvar a su institución y armar un equipo «de acuerdo a sus condiciones económicas».
“Los hombres pasan y las instituciones quedan». En nuestro fútbol pasaron muchos hombres que dejaron un legado como Rafael Mendoza, en The Strongest o Mario Mercado, en Bolívar y muchos otros en Santa Cruz y el interior del país, pero otros vaciaron las arcas de su institución, protegidos por sus temporales entornos se hicieron ricos. Hoy hablan, critican y se pasean por las calles, mientras sus ejecutivos y el aficionado pagan todo el descalabro económico originado durante su administración.
«Tapandeque», decía en otrora el dirigente oriental Chelelo Añez, al referirse a que los elegidos muchas veces para llegar a la presidencia tapaban todo lo que hizo su antecesor «con un pacto de caballeros».
El fútbol hoy genera mucha plata, mucho más si se compite en torneos de la Conmebol. Ingresan millones de dólares, y muy pocos clubes rinden cuentas de esos dineros, donde los futbolistas son los más beneficiados con jugosos y millonarios sueldos.
Las instituciones, una mayoría en el fútbol profesional boliviano, está al borde de la quiebra y seguirá este panorama si no se aplica el Fair Play Financiero y se exige una garantía a los dirigentes que se arriesgan a tomar el timón de uno de nuestros clubes de fútbol.