Por Betty Rojas Rodríguez
Hace poco más de cinco años tuve la oportunidad de cubrir por primera vez un evento multidisciplinario durante los Juegos Suramericanos realizados en Cochabamba en el 2018 y un año después estuve en los Juegos Panamericanos Lima 2019 y aunque fueron una experiencia maravillosa, no pude disfrutarlos en la medida que hubiera querido, es por eso, que los Juegos Panamericanos Santiago 2023 se convirtieron en los mejores para mí, porque pude vivirlos de una manera muy diferente y especial.
Aquellos que me conocen o me vieron trabajar saben que no suelo perder el foco de mi labor hasta finalizarla y generalmente no tengo tiempo de disfrutar la ciudad donde se realiza el evento deportivo. Eso me pasó en Lima, donde no conocí más que los campos donde compitieron los bolivianos.
En Santiago desde el primer día fue diferente, debido a que estuve allá en colaboración con el Comité Olímpico Boliviano (COB) y como enviada de VivaSports.
Ese primer día asistimos a la Asamblea de Panam Sports, donde pudimos pasar unos minutos con el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach y claro, teniendo a Carmen ‘Piña’ Pozo a mi lado, no pudimos desaprovechar la oportunidad de sacarnos una foto con él.
La cobertura de la delegación nacional fue más sencilla gracias a dos acertadas decisiones que tomó la organización de los Juegos. La primera construir seis nuevos escenarios en el Parque Deportivo Estadio Nacional, por lo que se aglutinó en un solo lugar hasta 20 disciplinas, logrando que el público pueda asistir a más de una competencia al día.
La segunda fue tomar en cuenta las paradas del metro, para ubicar la mayoría del resto de los campos de competencia, para que la mayor cantidad de personas puedan asistir a los mismos. El Parque Deportivo Estadio Nacional está precisamente en una de las paradas del metro, motivo por el que siempre había mucho público en el lugar.
Después de una inversión de 170 millones de dólares en el Parque Deportivo se construyeron seis recintos nuevos, los centros de deportes colectivos, de contacto, de raquetas, de tenis, de deportes urbanos, el pabellón de gimnasia, además del complejo paralímpico. Estos se sumaron a las canchas de hockey sobre césped, el centro acuático y la pista atlética.
Ya en Lima la organización construyó un complejo deportivo parecido en la Videna, un centro de entrenamiento y competencia que es administrado por el programa Legado, en busca del desarrollo del deporte peruano.
Después de Santiago 2023 la mayor preocupación que tiene la población es que la herencia de los Juegos no se convierta en elefantes blancos, como sucedió con varios recintos en Cochabamba.
Será la tarea que no solo las autoridades tendrán que tomar en serio, para que estos Juegos puedan convertirse en el impulso que les permita dar un salto cualitativo que consiguió Colombia, después de los Juegos Suramericano de Medellín 2010.
Bolivia lejos de recibir unos Juegos Panamericanos
Hace unos años Bolivia aspiraba a organizar unos Juegos Panamericanos. Durante Lima 2019, el expresidente Evo Morales, inició gestiones y reuniones con Neven Ilic, titular de Panam Sports, para que el país pueda ser sede del evento deportivo más grande del continente. Su idea era recibirlo en el 2027; sin embargo, las conversaciones no progresaron tras su salida y Barranquilla recibirá esos Juegos.
El próximo año Sucre recibirá los I Juegos Bolivarianos Juveniles, un evento para el que la organización tuvo muchos problemas para consolidar su desarrollo, ya que sufrió más de cuatro postergaciones debido a los conflictos sociales en el país, la pandemia y después la falta de cumplimiento de los compromisos económicos de las autoridades municipales, departamentales y nacionales.
Si se tiene ese panorama difícilmente Bolivia podría optar obtener una sede de unos Juegos Panamericanos, para el que primero se requiere de una inversión millonaria, no solo para la organización, sino para la construcción escenarios con mayor capacidad de público que los que se tiene en la actualidad, sin contar con la Villa Panamericana.
En Santiago se vio la presencia de autoridades de Santa Cruz, quienes buscaban reuniones para ver la posibilidad de que se postule a la ciudad para ser sede de unos Juegos Panamericanos Junior.
Santa Cruz posee terrenos para la construcción o ampliación de sus escenarios deportivos en la Villa Olímpica Abraham Telchi, donde sí se el proyecto se consolida, se podría aspirar a contar con un Parque Deportivo como los que tienen en la Videna en Lima y ahora en Estadio Nacional en Santiago.
Su mejor participación
Bolivia tuvo su mejor participación en unos Juegos Panamericanos en Santiago 2023, ya que por primera vez en su historia pudo subirse a lo más alto del podio en dos oportunidades y gracias a estas dos preseas doradas se ubicó en el puesto 17 del medallero, entre 41 países.
Tal como sucedió en Lima 2019, cuando sumó su primera medalla de oro, en Santiago 2023 el ráquetbol fue la disciplina que sacó cara por Bolivia.
En la previa de los Juegos Panamericanos disputados en territorios chilenos, las ilusiones de sumar preseas doradas se centraban en el ráquetbol, deporte en el que Bolivia es potencia mundial, no por nada Conrrado Moscoso, abanderado de la delegación nacional, no solo se coronó campeón mundial en 2022, sino también estuvo en la cima del ranking del Tour Profesional de Ráquetbol.
Moscoso ganó la primera presea dorada en singles y después fue pieza clave para la conquista de la segunda medalla de oro en la disputa por equipos junto con Carlos Keller y Kadim Carrasco.
El fenómeno del ráquetbol en Bolivia llamó la atención de propios y extraños, tanto así que los medios chilenos volcaron la mirada a este hecho, he incluso se preguntaban por qué varios raquetbolistas determinaron dejar de representar al país y jugar bajo otra bandera, como es el caso de María José Vargas, Natalia Méndez y Diego García, que compiten por Argentina.
Como periodista me tocó vivir la conquista de las tres medallas de oro para Bolivia, pero también vi como el mejor esfuerzo de los deportistas nacionales muchas veces no es suficiente para quedarse entre los tres mejores.
Desde Lima 2019 a Santiago 2023 la realidad de nuestros deportivos no mejoró, más bien involucionó, ya que dejó de contar con un Ministerio de Deportes, ni un programa de apoyo real para su desarrollo.
En los últimos años los deportistas quedaron prácticamente huérfanos, porque si bien existe el programa de apoyo Tunkas, este alcanza a un grupo mínimo de todo el universo de deportistas que tiene el país. Aquellos que no son parte de este programa, deben estar constantemente preocupados si podrán viajar o no al torneo al que clasificaron con méritos propios.
Si bien el ráquetbol es nuestro fuerte, si no existe un trabajo real y sostenido con las otras disciplinas, difícilmente podremos soñar con sumar medallas en otros deportes durante unos Juegos Panamericanos.