LUIS ESTEBAN Galarza Mayereger, que en diciembre pasado cumplió 71 años, es uno de los ídolos de todos los tiempos del club The Strongest.
Fue campeón como jugador y también como entrenador. En marzo próximo se cumplirá 45 años del primer título que logró con el Tigre en la Liga del Fútbol Profesional Boliviano.
Cuando tenía 10 años lo vi jugar en mi natal Oruro en el pórtico de San José, pasaron más de dos décadas para conocerlo perso-nalmente.
Al verlo me embargó una gran emoción, pero también tristeza, ya que muchas de nuestras figuras en el deporte, no solo en el fútbol, terminan casi olvidados por sus clubes, por las instituciones.
EL PRIMER TÍTULO
«Fue el 29 de marzo, aquí en el estadio «Capriles» cuando en la final le ganamos a Oriente por 3-1. El negro Juan Peña, Ovidio Messa y Luis Fernando Bastida marcaron», dice Don Lucho, cuyo pórtico atigrado estaba cuidado por el grande «mono».
Luis Esteban llegó al Tigre en 1969 tras la tragedia de Viloco (26 de septiembre), y permaneció hasta 1986. Tras jugar en varios clubes profesionales y la selección nacional, Luis Esteban con sus 70 años encima, se halla delicado de salud, mucho más después de la operación de cadera. «Te cuento que no tengo costillas, me las quitaron todas».
Al salir del cuadro de Achumani, siguió su carrera en Always Ready, Wilstermann, Bolívar, Independiente Petrolero, Blooming y San José, donde lo vi tapar, comandar el equipo y ser ídolo. Allá también marcó historia, además de haber vestido la camiseta de la selección nacional.
Esta pandemia lo tuvo solo en La Paz en 2021, donde acudió en busca de trabajo, pues Galarza es director técnico y dirigió a varios clubes, entre ellos The Strongest, Real Potosí, San José, Wilstermann, Bolívar, Independiente Petrolero de Sucre y Bloo-ming. Como técnico estuvo en Destroyers, Bolívar, Wilstermann, The Strongest, Blooming y San José. «Lo importante en esta vida, es que hice amigos, muchos amigos. Con los que más me reúno todos los días en la zona de El Trompillo»
Dos de sus tres hijos, Sergio y Luisito, siguieron sus pasos, no así Marcelo, arquitecto de profesión. El primero fue por buena huella y destacó en varios clubes, comenzando en Metalsam de Cochabamba y llegando a la Verde. Luisito, el menor jugó poco tiempo, es entrenador de arqueros y hoy trabaja junto a Sergio en Oriente Petrolero. «Todos me dieron nietos… tengo siete y solo el mayor de Sergio gusta del fútbol».
SIN HOMENAJE
Luis Esteban es un ícono y no tuvo la despedida que soñó, considerado un fanático del Tigre porque se hizo ahí, donde vino muy joven, cuando tenía 18 años.
Su corazón está con el Tigre, y recuerda a Freddy Valda, que era el técnico cuando llegó de su natal Paraguay. Se quedó 17 años en el equipo atigrado. “Es mi casa, es el equipo que más amo, pero bueno… me ofrecieron apoyo, también me ofrecieron trabajo y me habría gustado dirigir a los jóvenes. Pero a esta altura ya no trabajo, además mis hijos no quieren. Descanso, charlo con varios jugadores».
En la desaparecida Liga como jugador fue campeón en 1977 y en 1986. Como director técnico, logró el título en el segundo torneo de 2004.
«No podíamos jugar con los pies porque éramos muy malos (se ríe). Mi hermano Arturo, quien ya falleció, y su hijo Rolando fueron arqueros».
Luis Esteban, a sus 71 años sigue esperando la promesa del fútbol que aún no llega.
EL APOYO DE FABOL
Futbolistas Agremiados (Fabol) fue y es centro de permanente crítica, pero esta vez destacamos la labor que realizaría silencio-samente y eso lo destacó don Lucho Galarza. «Soy un agradecido con Fabol, sobre todo a David (Paniagua) ya que me dan una mensualidad y bueno… es de gran ayuda».
Hermético, sin querer revelar cifras, Luis Esteban destaca que esa ayuda económica mensual no solo es para él. «Hay varios ex jugadores que somos beneficiados con este privilegio. Nos reunimos todos, y la verdad son los únicos que se acordaron de nosotros».
Luis Esteban y otros exfutbolistas recibirían entre 1.000 y 1.500 dólares como «una renta dignidad» de la agremiación, permanente blanco de las críticas. Nobleza obliga para destacar este beneficio.
Luis Esteban vive en Santa Cruz con Sergio y sus nietos, que son su vida. Con Luchito, el menor de los Galarza, siempre está en contacto y con ‘chino’, se siente como en casa cuando lo visita en Cochabamba. «Tengo muchos amigos, entre los que destaco a Roberto ‘Cañonero’ Pérez, no si sabías… pues pateaba con la fuerza de un misil. Una vez entrenábamos, Pérez fue a patear un tiro libre y calculé mal, pues llegó la pelota a mi costado y terminé fracturado».
Luis Esteban, ícono del fútbol nacional y en especial el club The Strongest, no tuvo una despedida como muchos de nuestros futbolistas que marcaron historia se merecen. Hay detalles humanos que le faltan a nuestro fútbol doméstico y ojalá pronto algún club o un dirigente haga justicia.