Por Edgar Tejerina Casablanca
Simón Martínez Sánchez, ex futbolista de la década de los 70 que brilló en 31 de octubre, alienta a que el cambio por futbolistas jóvenes en la selección continúe. “Hay jugadores con muy buena técnica, me alegró cuando se lograron los tres triunfos seguidos”.
El popular “Mono” Martínez formado en las divisiones menores del orureño 31, cuenta que a sus 14 años ya jubada en las “cuartas”, hasta que dio el salto a La Paz. Hoy no va los estadios del país. “No, hace tiempo que no voy a los estadios, nuestro fútbol profesional es lento, hay mucho extranjero y no se parece a nuestros tiempos, donde se jugaba por amor a la camiseta”.
Destacó en la defensa como marcador central entre los años 70 a 80, y cuenta que dejó el fútbol activo porque “ya no tengo rodilla”.
Jugó en The Strongest, Municipal y las selecciones nacionales.
La Verde de menores
Integró las selecciones juveniles que el 75 jugaron el Juventud de América y Los Juegos Panamericanos en México; además de la selección que representó a Bolivia en los primeros Juegos Odesur en La Paz (1978). “Jugué con Edgar Góngora, Espinoza, Arauz, Tomás Pórcel, Chichi Romero y el arquero era Peinado. El técnico fue Ramiro Blacut y luego Rubén Saldaña”.
En los Panamericanos recuerda que eliminaron a Uruguay que fue el último campeón y tras perder tuvo ue retornar a su país.
A primera
El segundo semestre de 1971 salto a la primera de 31 de Octubre en Oruro, aunque jugó muy poco, un año después fue titular y empezó a mostrar sus condiciones.
Simón antes de darle prioridad al fútbol se dedicaba al atletismo, la caza y la pesca.
En 1974 pasó a 31 de Octubre, de La Paz, donde vivió sus mejores años como futbolista “fue lo mejor, pues 31 es el equipo de mi corazón, recuerdo a muchos como Rubén Almagro, Telmo Paredes, Rubén Almagro, Ismael Revollo”.
Simón como muchos de sus compañeros no se preocupaban por el dinero, trabajaban en la empresa COMIBOL y allí tenía un sueldo.
En el Tigre
En 1981 pasó a The Strongest que jugaba la Libertadores junto a Wilstermann, y los ecuatorianos Barcelona y Técnico Universitario de Ambato.
Pasar por Achumani le trae mal recuerdo, donde hubo camarilla y un trato indiferente de la dirigencia para con él. “No nos pagaban, había que ir a buscarlos y eso no me gustó hasta que decidí irme. En 31 de Octubre cobraba puntual y bien, debido a que estuvimos en la planilla junto a los trabajadores regular de la empresa estatal”.
A Municipal
Un año después, en 1982, pasó a Municipal, equipo de la alcaldía paceña, donde jugó cinco años y fue allí donde se despidió el fútbol. “Me retiré a mis 33 años, debido a que tenía una lesión en la rodilla derecha producto de las constantes infiltraciones que me hicieron y lo permití por mis ganas de jugar. Hoy no tengo rodilla, por eso ando mal”, dice sonriendo.
Simón está buscando en el país un médico que lo opere y le permita pasar el resto de su vida con más tranquilidad. “Muchas veces no salgo a caminar, estoy en casa. Quiero un médico que me hable y asegure que podrá caminar mejor que hoy”.
Selección
El “monito” Martínez, como lo llaman sus amigos, recuerda que se sentía muy feliz “por haber sido uno de los pocos jugadores de asociación en ser llamado a la selección, ya que en 1977 ya había la Liga Profesional”.
Fue de los mejores marcadores centrales del país en la década de los años 70 y de principios de los 80, por eso fue parte de la selección para los procesos eliminatorios para los Mundiales de Argentina 78 y España 82.
Apunta, como la mayoría, que el escaso trabajo en divisiones inferiores es uno de los grandes males del fútbol boliviano, que viene arrastrándose desde hace años. “Nadie se preocupa de esa situación para que salgan futbolistas, como sucedía antes porque todos los clubes tenían segunda, tercera y cuarta. Ahora no hay juveniles en los equipos”. Y cree que se deben replantear las estructuras del fútbol, preparar a los niños y jóvenes, pero también a los entrenadores, “porque no tenemos formadores. Veo tantas escuelas de fútbol, donde su labor es solo pensando en los ingresos económicos. Conozco que, en La Paz, incluso directores técnicos que piden dinero para mostrarlos a los chicos en los torneos”.
Simón tiene dos hijas ya mayores, Pamela que es economista y Andrea, ingeniera industrial. “No tengo hijos varones, tengo un nieto que le gusta el fútbol, pero veremos que pasa”.
Nancy Landívar, su esposa, se convirtió en su compañera fiel y que muchas veces acompaña al “monito” Martínez a recorrer las calles de La Paz o viajar a su natal Oruro para disfrutar de familiares que aún quedaron en esa capital.