Es hora que este eslogan se cumpla y ponga en práctica para salvar a la histórica institución deportiva de los orureños como es el club.
La entidad «santa» pasa hoy por su más y terrible crisis económica, mientras pasan los días, crece la incertidumbre sobre un futuro cierto y sólido, ya que a diario no solo aparecen problemas económicos, sino también institucionales, y en muchos casos con ambición de poder.
Recuerdo a este equipo que nació en el seno de la mina San José, donde los mineros aportaban mensualmente y garantizaban su vigencia. Como no recordar que muchos de los futbolistas que pasaron por este equipo, trabajaron en la empresa, muchos en tareas administrativas a fin de garantizar un sueldo.
Eran otros tiempos, donde los orureños sentían y vivían todo lo que pasaba con esta institución que supo ser protagonista de varios torneos nacionales y luego competencias internacionales.
Tras la salida de Florencio España, San José sirvió como un botín para que muchos presidentes lo saqueen, dejen en crítica situación y manejen como su feudo, solo llenando sus bolsillos para beneficio personal. Nadie rindió cuentas, nadie exigió. Nadie formó una base societaria y se convirtió en una institución de todos y de nadie.
Hoy siguen los apetitos personales, crecen las deudas y no faltan los problemas que aparecen como piedras en el camino, buscando que tropiece, se caiga y no se levante. Hay intereses de que gente que aparece ocasionalmente atraído por re-cursos que generará por los derechos de la TV.
Tras tanto lío y falta de conocimiento de las normas, al fin la Federación de Fútbol ordenó llamar a elecciones sujetas a las leyes. Será el día D para elegir un directorio, que más que dinero tenga amor y decisión de unir al pueblo y salvar de esta difícil e incomoda posición en la que se encuentra, pendiendo de un hilo.
Si San José es Oruro y Oruro es San José, deben ser sus hijos los que salven a este patrimonio de la tierra del Gran Pagador.