Por Edwin Piérola
Corría 1998, caminando por las calles de Cochabamba me encontré con Mauricio Méndez, -nos conocíamos por los “fierros”, el corría en el karting y yo en el automovi-lismo-. De pronto me preguntó si quería integrar el di-rectorio de Wilstermann, la verdad no obstante haber si-do ex futbolista nunca se me había pasado por la cabeza ser dirigente y al ser interesante la propuesta, gustoso acepté. Se fueron sumando los amigos y los ex futbolis-tas, fue una dirigencia novel e inexperta, pero con mu-chas ganas, entusiasmo e ideas.
Wilstermann no venía bien, andaba dando panzazos y por mucho tiempo que no ocupaba las primeras posicio-nes, un plantel pobre, y como siempre había deudas. Se habló con sinceridad con el plantel, y mientras unos dia-gramamos el plantel, otros a la cabeza de Méndez utili-zaron su capacidad empresarial.
Comenzaron a llegar nuevos jugadores nacionales y ex-tranjeros transportados por el LAB, comprometido en el auspicio, de igual manera la hotelería y la alimentación de los jugadores, nos fuimos sorprendiendo de que Wilstermann bien manejado, era autosustentable, y se iba despertando el interés del aficionado.
Todo el mundo quería colaborar, andaba pendiente de lo que pasaba en el equipo, desde los más chicos hasta los abuelos estaban sedientos de buen fútbol, y ver a su Wilstermann ocupando sitiales de privilegio.
De pronto Mauricio nos planteó algo muy propio de sus brillantes ideas, había que comprometer el apoyo y con-curso del hincha, su asistencia al estadio y tratar de te-ner los recursos por adelantado, que aseguraban un buen pasar económico. Se le estaba vendiendo al aficionado el espectáculo por adelantado, había que hacerlo socio, brindarle un buen fútbol e invitar al hincha a que apoye y comprometa su concurso en cada partido.
Un 31 de febrero de 1998 nace el “Día del Rojo”, todo un día show, en el que el aficionado respondió especta-cularmente asistiendo al set de Bolivisión a comprar sus abonos, hermosas azafatas visitaron diversos lugares, restaurants y clubes sociales a comprometer el concurso de todos, había puestos de carnetización en muchos lu-gares y la información llegaba a raudales. ¡Finalizado el día, el saldo fue 4.531 socios! se le pudo brindar un buen espectáculo. Wilstermann tuvo el record de concurren-cia, salió campeón y a partir de ese momento Wilster-mann para el cochabambino paso a ser “Cuestión de Orgullo”. Ese año rindió informe económico público con superávit y efectivo para la próxima gestión.
Mauricio Méndez, el ideólogo del “Día del Rojo”, mani-festaba: “Nos tocó asumir la presidencia de Wilster-mann en 1998, sumido en una gran crisis económica, con pocos jugadores propios, como se estilaba antes. Un grupo dirigencial novato, cargado de ilusiones y de ideas revolucionarias. No hay duda alguna, que el “Día del Rojo”, fue la base para armar el plantel con el que se ga-nó ese año el torneo Apertura. El “Día del Rojo”, un evento único en Bolivia, los hinchas ávidos de mejores días y esperanzados en un mejor devenir, confiaron en la nueva dirigencia, se volcaron a Bolivisión y registraron su membrecía, lo que más había era expectativa”.
Méndez recuerda que “hace 25 años, quien les relata la historia, fue elegido presidente de Wilstermann, en una situación complicada, pero no tan álgida como la actual.
Uno de los problemas, era la grave iliquidez y el pasivo aviador, no como el actual. Viendo la realidad del fútbol argentino y soñando con conseguir socios para el avia-dor, saltó la idea: carnetizar. Bautizamos el evento como “El Día del Rojo” y con mi directorio nos entregamos a la tarea de diseñar la estrategia y con ese equipo humano de trabajadores del canal de TV Bolivisión, entidad que en ese entonces gerentaba, nos lanzamos al éxito. Una jornada maratónica, donde se vendieron casi 4.000 car-nets en un solo día y el resto en los días posteriores al-canzamos a los 4.531. “El Día del Rojo” forma parte his-tórica de Wilstermann, que anualmente se realiza con el objetivo de captar nuevos socios y unir a la familia Wilstermanista.
Pasaron 25 años y se aprovecharon del Rojo, lo dejaron en desgracia, moribundo, a punto de desaparecer, no pueden quedar impunes aquellos que atentaron contra un símbolo de la cochabambinidad. Afortunadamente aparecieron galenos de la medicina, paradójicamente pa-ra salvar al moribundo y a través de un nuevo “Día del Rojo”, bajo la premisa que “Al rojo lo salva su gente”. El hincha respondió que ahora bordea los 6,000 socios, que aportaron para poder, poco a poco sacar al club de la crisis en que la sumieron aquellos que usufructuaron de la institución”.