Por Roberto Aguirre
Mafia, es un concepto que alude a una organización delictiva. Es, sin duda, una palabra dura para un titular de portada, como el de la presente entrega. Pero amerita llamar las cosas por su nombre, para meter el dedo en la llaga y mover a que las autoridades del fútbol nacional cumplan, de una vez, su obligación de intervenir y frenar este cáncer, que es una de las causas que tiene sumido al deporte rey en Bolivia en una crisis que hace rato tocó fondo.
Callar, o mirar para otro lado, es complicidad. Es ser parte del problema. Viva Sports ha recibido denuncias, ha escuchado testimonios, ha conocido de cerca esta ruin modilidad de pedir dinero a cambio de contrataciones en clubes de la primera división. Están sindica-dos algunos in-termediarios o empresarios corruptos, también integrantes de cuerpos técnicos incurren en irregularidades, hay dirigen-tes que aumentan leña al fuego. Finalmente quien, empujado por la necesidad, acepta pagar a cambio de un trabajo se convierte en víctima y también en cómplice porque para el cierre el círculo se precisa uno que cobre y otro que pague…
No es un tema nuevo, se dirá… y esa es la parte más triste. Viene de años este mal, que no es desterrado por la falta de accionar de las autoridades que rigen el balompié nacional. Lo peor es que es un mal que no solamente se mantiene, sino que ha escalado. Se pasea incluso entre algunas escuelas de fútbol y academias, también entre equipos y selecciones de las divisiones menores. Padres que compran –literalmente- un espacio en una lista, pagando con efectivo o en especies. Que viene de antes, lamentablemente es cierto. Que hay nuevos casos, también es triste. Pero de lo malo, hay que rescatar la posibilidad de investigar, en base a los nuevos actores que aparecen y están al alcance de la justicia deportiva y ordina-ria, inclusive.
La Federación Boliviana de Fútbol tiene la palabra. Que sus nuevos mandos, que tanto hablan de organización y ética, lo demuestren con hechos. Que abra una investigación y convoque a declarar a futbolistas y entrenadores, que están sentando denuncias ante me-dios de prensa; hay denuncias e indicios suficientes. Si la FBF no toma cartas en el asunto, se convierte en cómplice de la mafia…