Por Roberto Aguirre Durán
La campaña de la selección nacional en la Copa América deja mucha tela para cortar. Con puntos altos y bajos. Más de estos últimos, no solamente por los resultados adversos sino por el rendimiento que no dejó conformidad, dadas las altas expectativas que se había planteado el propio cuerpo técnico que dirige César Farías.
Es cierto que hubo adversidades externas que influyeron, como los casos de Covid19 que afectaron a futbolistas considerados titu-lares. También hay que anotar las sanciones por tarjetas roja y amarilla que impidieron repetir alineaciones.
Pero también hubo errores propios, como lo admitió el propio DT Farías luego de unas injustificadas variantes que realizó para el duelo contra Paraguay y que le pasaron factura al rendimiento general. O esa tendencia también sin explicación convincente de haber debutar en partidos oficiales a futbolistas que no han tenido fogueo siquiera en amistosos.
Otro punto en contra fue haber pasado más tiempo en el propio campo, resistiendo los embates rivales y haciendo figura al arquero de La Verde, en tanto que fueron los menos aquellos lapsos en los que se pisó el área del contrario. Se echó en falta una Bolivia con mayor peso ofensivo, con más llegadas, o que al menos una selección que fuera más efectiva para aprovechar las opciones de anotar así fueran escasas en cantidad.
Pero es cierto también que hubo puntos a favor, como la renovación en el plantel. Ya Bolivia llegó al torneo con uno de los promedios más bajos en edad, en una muestra de que a la par de buscar competir se abrazaba el objetivo de buscar nuevas figuras, de dar paso al talento joven, para evitar esa dependencia actual que no se puede negar en puestos claves como son los de Carlos Lampe en el arco y Marcelo Martins como ariete.
Lo más rescatable puede haber estado en ver que talentos emergentes hubieran mostrado aplomo para enfrentar a selecciones con más galardones y condiciones de trabajo. Fue alentador ver, por ejemplo, a Jeyson Chura, Henry Vaca, Junior Sánchez y Roberto Fernández demostrar calidad y personalidad que hacen falta para ir reemplazando a jugadores que ya van cerrando su ciclo tras aporte de varios años.
Tras la Copa América, se vienen de nuevo las Eliminatorias. Hay mucho por corregir en el seleccionado nacional, pero también hay algunas señales esperanzadoras de que con más tiempo de trabajo, con menos experimentos y mayor organización en la competencia externa, se podrá sino alcanzar al menos acercarse a los objetivos altos que se ha propuesto el cuerpo técnico y que ansían ver cristalizados los aficionados.